Culiacán, un mes después

Por: Alejandro Hope

Ayer, se cumplió un mes exacto de la debacle de Culiacán. En estos 30 días, algo hemos descubierto sobre el frustrado intento de captura de Ovidio Guzmán, pero persisten muchas interrogantes. A riesgo de sonar necio, van las principales:

1. ¿Cómo funcionó la cadena de mando? La versión oficial es que el operativo fue una acción independiente de un cuerpo de élite conocido como el GAIN. Pero esa versión choca con el hecho de que ese grupo del Ejército recibió apoyo de elementos de la Novena Zona Militar, así como de la Guardia Nacional (GN).

Es decir, aún suponiendo que el GAIN no le informó a nadie, incluyendo a sus jefes directos en la Ciudad de México, es un hecho que dos otras estructuras de mando (la que lleva de la Zona Militar a la jefatura de Estado Mayor de la Defensa Nacional y la de la propia GN) tuvieron conocimiento de que habría un operativo antes de las 14:00 pm de ese día. Entonces vale la pregunta: ¿es posible que la cadena de mando se haya quebrado en tantos puntos simultáneamente?

2. ¿Qué sucedió en el domicilio de Ovidio Guzmán entre el inicio de la balacera y su liberación? Allí pasaron más de tres horas y no hay ninguna información oficial sobre lo ocurrido en ese periodo ¿Se gestó una negociación con los narcotraficantes que pusieron término a la balacera? El secretario Alfonso Durazo ha alegado repetidamente que no hubo negociación, que simplemente liberaron a Ovidio con la expectativa de que eso redujera la tensión.

Pero eso lleva a la pregunta obvia: ¿por qué tenían esa expectativa? ¿Qué les hacía pensar que, al liberar a Ovidio, los rehenes iban a ser soltados? ¿No era igualmente probable que los ejecutaran para rematar la bofetada al Estado?

3. ¿Por qué Durazo dio información patentemente falsa en la conferencia de prensa de esa noche? El secretario ha insistido que simplemente dieron a conocer los datos que tenían disponibles y que a esa hora el gabinete de seguridad aún no sabía que se había lanzado un operativo de captura en contra de Ovidio Guzmán.

Pero eso no puede ser cierto: al menos el general Luis Cresencio Sandoval tuvo que haber sabido lo ocurrido a esa hora. Antes de las 15:45 pm, hora en la que se le informa al presidente de la balacera según la versión oficial, tuvo que haber recibido un reporte de la Novena Zona Militar sobre la situación en Culiacán y eso inevitablemente tuvo que haber llevado al GAIN. Entonces, solo hay dos alternativas: a) el general Sandoval le mintió a Durazo, o, b) Durazo sabía lo que había sucedido y decidió mentir.

4. ¿Existe una política explícita de captura de capos del crimen organizado? Tanto el presidente López Obrador como Durazo lo han negado categóricamente, señalando que esa es una de las marcas de ruptura con la política de los gobiernos anteriores.

Pero resulta que van varias figuras del crimen organizado que han sido capturadas (Santiago Mazari, alias El Carrete, por ejemplo), además de diversos intentos frustrados (el de Ovidio, por supuesto, pero también el de José Antonio Yepez, alias El Marro).

Parece mucha actividad para una política supuestamente no prioritaria ¿O todas esas operaciones fueron obra de un Estado profundo que opera en automático, sin control civil? Si eso es cierto, estamos en peores problemas que lo imaginado.

Por último, ¿qué se ha hecho para evitar otros fiascos como los de Culiacán? ¿Han cambiado las prácticas de coordinación en el gabinete? ¿Se han reforzado los controles al interior de las dependencias? ¿Se han modificado las políticas de comunicación? No sabemos nada sobre esto y cabe la posibilidad de que la respuesta sea negativa en cada una de esas preguntas. Si ese es el caso, prepárense para otro Culiacán.
 

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