Antes de subir a un avión

amlo hablando tranquilo

Javier Risco

El Presidente ya se vio. Desde hace una semana pidió permiso para retomar sus giras, espera que en estos días le levanten el castigo los expertos en salud que insisten en que la Jornada de Sana Distancia termina hasta el 30 de mayo; sin embargo, a él le urge el regreso de sus mítines por todo el país. Hace una quincena ya lo había adelantado, “la curva se ha aplanado, comparado con lo que hubiéramos tenido”, él ve curvas aplanadas y la preocupación la deja en otro lado. Ayer, al mensaje matutino desde Palacio Nacional lo tituló en sus redes sociales: “El retorno se hará de forma ordenada para que la vuelta a las actividades sea segura”, también ayer, en su discurso aplaudió lo que ha hecho México comparado con otros países; el Presidente, en medio del pico de contagios y con una ocupación hospitalaria en la Ciudad de México de 80 por ciento (y creciendo) ya hizo su balance: “Esto lo explico, porque no se reconoce que fue, desde nuestro punto de vista, exitosa la estrategia de la sana distancia porque ni en los países con más desarrollo económico pudieron resolver la disponibilidad de camas y médicos y especialistas […] Son malas las comparaciones, pero a veces exageran nuestros adversarios de mala fe. Para nosotros ha sido muy exitosa la estrategia, gracias a los médicos, los científicos, expertos”. Urge que alguien –aunque sé que no va a pasar– le diga que seguimos en una situación sumamente complicada con un pico de contagios en una fase crítica.

Parecería que el Presidente ni siquiera escucha a una de sus más cercanas, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. “En el caso de la Zona Metropolitana del Valle de México, seguimos en semáforo rojo. Es muy importante que sigamos con las medidas de quedarnos en casa; si tenemos que salir, hacerlo con sana distancia”, la jefa de Gobierno nos recordó también que el pico de camas con pacientes Covid-19 en la capital será la última semana de mayo y de camas con respiradores se prevé para la primera de junio.

La voz del Presidente pesa, la estrategia de hablar de un descongelamiento de actividades también fue un riesgo. Sí, se tenía que asumir porque también se debe de poner sobre la mesa lo que sigue, pero la insistencia presidencial por la “nueva normalidad” tiene un costo. Hace seis días, lo advirtió el propio subsecretario, Hugo López-Gatell: “Notamos que con el anuncio de la fase de reactivación hubo un relajamiento de la Jornada Nacional de Sana Distancia; esta terminará en 17 días”, apuntaba en un tuit. La primera fecha marcada por el gobierno federal para un reinicio de actividades resultó un fracaso, se había dicho que el lunes 18 de mayo, al menos 269 municipios –los de la esperanza– podrían regresar a una funcionalidad parcial, en realidad no sucedió, a nivel estatal se dio otra orden y se mantiene la cancelación de actividades insistiendo en la sana distancia.

¿Qué ocurrirá el próximo 1 de junio? En 11 días se termina la jornada y es, tal vez, el momento donde la comunicación gubernamental debe ser clara y contundente. ¿Qué mensaje dará el Presidente cuando lo veamos abordar un avión? ¿Qué dirá dentro de 12 días desde Palacio Nacional? Pregunto esto último porque hoy ya hace un balance de las acciones de su gobierno en la pandemia, no imagino qué dirá en dos semanas cuando se levanten las restricciones. ¿Cómo actuará la Secretaría de Educación Pública?

En Wuhan, un día después de que la autoridad sanitaria no reportara el ingreso de un enfermo más de Covid-19 en un hospital local, no existía la movilidad libre, sólo mil personas al día podían viajar de esa ciudad a la capital; para la movilidad y el trabajo existían permisos especiales y las escuelas parecían quirófanos. ¿A qué ‘regresaremos’ el 1 de junio? Antes de subir a un avión, el Presidente debe de pensar en liberar los hospitales de un país que apenas se pondrá a prueba.

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