Padres de familia, ausentes… del regreso a clases

regreso a clases

Alfredo González Castro

Este miércoles, el titular de la SEP, Esteban Moctezuma, se reúne con los secretarios de Educación de los estados para determinar la mecánica del regreso a clases, programa para el próximo 10 de agosto.

Lo cierto, sin embargo, es que sobre el tema no se ha dicho la última palabra y la reanudación de las actividades escolares es incierta.

Aunque inicialmente se había informado que las clases presenciales iniciarían el 10 de agosto, si el semáforo epidemiológico se encontraba en verde, varios estados anticiparon que no será así y algunos han dicho que el regreso a las aulas podría darse hasta enero de 2021.

Ya hablaron las autoridades federales, el titular de la SEP y el subsecretario Hugo López-Gatell, los estados y varias instituciones educativas, y la única coincidencia, hasta ayer, seguía siendo la incertidumbre. Pero eso no es todo. Ninguna autoridad ha considerado el punto de vista de los padres de familia, no solamente en lo relacionado con el regreso a las aulas, sino sobre el método educativo que habrá de implementarse tras la pandemia.

Con todo lo que se ha dicho y hecho, desde la educación a distancia hasta los cursos “remediales”, a los jefes de familia ni los ven ni los oyen.

Leonardo García, presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia, resume de la siguiente forma el sentir de este sector de la población: “El problema con la autoridad es que piensa que, con sólo decretarlo, la realidad se va a transformar”.

Recuerda, además, que es la quinta vez que se cambia el escenario para el regreso a clases y el consenso que hay entre los padres, es que las actividades podrán iniciarse el 10 de agosto virtualmente, pero no presencial.

Con esto queda claro que una de las partes interesadas, está completamente al margen de la toma de decisiones.

Este dato lo ilustra mejor: 82 por ciento de padres de familia de escuelas públicas y privadas desconoce por completo las decisiones de la autoridad y no están dispuestos a mandar a sus hijos a las aulas el 10 de agosto.

Ahora bien, la autoridad ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que existan clases escalonadas por día y orden alfabético, para evitar infecciones.

Esa medida, que parece sana, inteligente y buena, si no involucra a las empresas donde trabajan los padres, no va a servir de nada. Y es que el problema vendrá cuando madres y padres no sepan qué hacer con los niños a los que no les toca ir a clases. 

Esto, sin duda, es un ejemplo a ras de piso que pone en evidencia cómo el gobierno ha desdeñado a los jefes de familia y a otros actores vitales.

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