La cruda realidad que reveló el INEGI

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Enrique Quintana

Cuando, al paso de los años, se evalúe con objetividad la gestión de la crisis que atravesamos, se llegará a la conclusión de que uno de los errores más graves fue dejar las empresas a su suerte.

La obstinación en no emprender una política activa para amortiguar el golpe a las empresas ya ha generado la peor caída de la historia moderna en el empleo y la producción, y probablemente el mayor incremento de la pobreza. Indirectamente, también ha contribuido a que la pandemia no ceda, debido a la búsqueda de ingresos que ha conducido a que mucha gente se lance a las calles.

El INEGI ya les puso cifras a las afirmaciones anteriores.

La semana pasada nos enteramos de que el Indicador General de Actividad Económica (IGAE) cayó a una tasa anual de 21.6 por ciento en mayo. El promedio del segundo trimestre es hasta ahora de -20.6 por ciento. Aun suponiendo que la caída de junio sea ligeramente menor, digamos de 17 por ciento, tendríamos una caída de 19.4 por ciento para el segundo trimestre completo.

Es cierto, que la caída de mayo contra abril ya “solo” fue de 2.6 por ciento y no sería raro que en junio hubiera una leve recuperación respecto a mayo. Pero en los comparativos anuales, las cifras serán desastrosas.

El INEGI también precisó que son 11.9 millones de personas quienes, estando dispuestas a trabajar, no lo hicieron por el Covid-19, lo que equivale al 17.6 por ciento de la población en edad de trabajar o el 26 por ciento de la PEA.

Además de los que perdieron su trabajo, muchos más trabajadores perdieron ingresos. De acuerdo con el estudio del INEGI, esa proporción llega al 46 por ciento de la población.

Y solo el 5 por ciento ha recibido apoyos por parte del gobierno, lo que muestra que los programas sociales han tenido un alcance muy limitado.

Una de las principales explicaciones de este resultado es que en esta crisis se dejó a la mayoría de las empresas a su suerte.

La encuesta del INEGI revela que, aunque el 93.2 por ciento de las empresas fueron afectadas por el Covid-19, solo el 7.8 por ciento recibieron apoyos gubernamentales.

Esta cifra implica que 147 mil empresas fueron atendidas, pero alrededor de 1.7 millones no recibieron ayuda.

Si estuviéramos en la fase final de la pandemia, este análisis tendría un carácter forense, es decir, ya ocurridas las cosas estaríamos haciendo la evaluación de lo que pasó.

El problema es que casi todas las proyecciones más serias indican que por los menos hasta el mes de octubre, seguirá un volumen alto de contagios.

Por ejemplo, la del Instituto de Métricas y Evaluación de Salud (IHME) de Washington señala que, para septiembre, el volumen de contagios bajará a los niveles que teníamos a principios de mayo, pero luego subirán y al arrancar noviembre, estaremos por arriba incluso de los volúmenes actuales.

El modelo de Youyang Gu, es un poco más optimista y supone que llegaremos a noviembre con un nivel de nuevos contagios diarios parecido al de la primera semana de abril.

Prácticamente ningún modelo serio considera que en los próximos tres meses la pandemia haya desaparecido. Es decir, seguiremos resintiendo su efecto prácticamente en lo que resta de este año.

Por eso, todavía estamos a tiempo de instrumentar medidas económicas que impidan que el daño vaya a ser mayor.

Si no se instrumentan, me temo que vamos a ver cifras todavía peores que las más pesimistas de hoy.

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