El PRI en riesgo de sucumbir

PRI

Martha Anaya

Dos años y ocho meses han transcurrido desde que Raúl Cervantes, Procurador General de la República dejó concluida sobre su escritorio la investigación sobre el caso Odebrecht y los presuntos sobornos de la constructora a funcionarios de Pemex.

Lo dejó asentado el sinaloense públicamente al momento de su renuncia.

Lo conversó también a puertas cerradas con sus ex compañeros senadores de los distintos partidos políticos, antes de abandonar el cargo al ver que se daría carpetazo a la investigación que había logrado  gracias al apoyo de la Fiscalía de Brasil.

Cervantes quiso dejar clara la razón de su renuncia: No lo dejaron seguir adelante con el caso Odebrecht.

Lo paraban desde Los Pinos y lo exhibían ante sus pares de múltiples países –particularmente el fiscal de Brasil- con los que había trabajado durante meses en el tema.

No pudo cumplir.

Fue en ese marco que, con su renuncia en mano, confesó a los senadores: Se trata de uno de los mayores esquemas de corrupción internacional que en América Latina y en México se hayan visto.

Cervantes cerró la puerta de la PGR tras describirles el “complejo esquema para corromper funcionarios, obtener contratos públicos de manera indebida y luego tratar de esconder el dinero mal habido en paraísos fiscales”.

Después de eso, noviembre del 2017, el silencio. Simulación de parte su sucesor (Alberto Elías Beltrán).

Lo que estaba en juego –y de ello eran más que consientes Enrique Peña Nieto, sus más cercanos colaboradores y la cúpula priista- era el futuro del PRI.

Abrir el caso Oderbrecht implicaba exponer las entrañas de la maquinaria política del gobierno y su financiamiento (desde la campaña presidencial). Estaba en juego la supervivencia del partido.

La posibilidad de llevar al Presidente de la República a la cárcel era algo que, en esos momentos, pensaban podía eludir. La mira estaba puesta en Emilio Lozoya.

Hoy, casi tres años después, la rueda de la fortuna ha girado.

Reactivado el caso, el ex director de Pemex decide hablar bajo la figura de “testigo de oportunidad”.

¿Hasta dónde llegarán los señalamientos de Lozoya? ¿A quiénes inculpará? ¿Será efectivamente el Partido Revolucionario Institucional el que sucumba en esta historia?

¿O habrá una vuelta más a la manivela y serán Felipe Calderón y el PAN las principales víctimas de este entramado?

López Obrador aboga por llevar el caso al “tribunal del pueblo”. ¿A quiénes lanzará a la arena?

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