#Reportaje: 25.7 millones de mujeres no tienen un ingreso propio en México

Por Gabriela Rivera

@gabs_07

En México hay 25.7 millones de mujeres que no tienen un ingreso propio y dependen de sus padres, esposos u otra persona para sostenerse económicamente.

Poder salir a buscar trabajo es la primera barrera que encuentran las mujeres para tener autonomía económica. La  razón  principal  es  la  idea    dominante  y  patriarcal  de  que  el  

trabajo doméstico y los servicios de cuidados son responsabilidad “natural”  de  mujeres.  Idea  que  se  completa  suponiendo  que  son  trabajos que se ejercen sin remuneración”, dice el estudio Barreras. Reporte especial sobre exclusión económica y precariedad laboral de las mujeres en México.

El reporte, elaborado por la organización civil Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, revela que  la mayoría de ellas esta exclusión se deriva de los roles asignados socialmente, mientras que la otra mitad se divide en mujeres que están desempleadas y otras que sí trabajan pero no tienen un empleo.

El no contar con un ingreso propio y depender de otra persona para la manutención propia y de la familia fue lo que llevó a Mónica a soportar los malos tratos de su esposo: violencia, gritos y engaños.

“Estuve con él porque no tenía opción, no había trabajado en años. Nadie me iba a contratar sin experiencia y desactualizada. Aguanté sus mentiras, a su amante y todo porque no tenía con qué mantener a mis dos hijos. Dejar de trabajar para quedarme a cuidar la casa y los hijos, porque era lo que me tocaba, ha sido una de las peores decisiones que he tomado”, dijo la contadora de profesión, quien abandonó su carrera cuando nació su primer hijo hace 8 años.

Sin embargo, Mónica no lo vio mal ante la presión de su esposo, su mamá y su suegra, quienes le dijeron que debía abandonar su trabajo para dedicarse a cuidar a su hijo, ya que “nadie lo cuidaría igual que ella”. 

Mónica forma parte de 27% de las mujeres que tienen al menos educación media superior, pero que no trabajan por atender un rol de género socialmente impuesto. Sin embargo, el cuidar a los hijos, no es el único trabajo que se les da a las mujeres: hacerse cargo de los padres en su vejez, cuidar a un familiar enfermo y además, realizar las labores del hogar son “responsabilidad” de las mujeres en nuestros país. 

Y el presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido uno de los que continuan este discurso, sobre todo cuando empezó la pandemia.

“A veces no gusta mucho porque, también con razón, se quiere cambiar el rol de las mujeres y eso es una de las causas, es una de las causas justas del feminismo, pero la tradición en México es que las hijas son las que más cuidan a los padres, nosotros los hombres somos más desprendidos, pero las hijas siempre están pendientes de los padres, de los papás, de las mamás”, mencionó el mandatario federal.

Sin embargo, estas ideas perpetúan otros hechos, como la violencia económica que viven al menos dos de cada 10 mujeres que han tenido una relación de pareja, según datos del INEGI. 

De cuando con el estudio  Alternativas frente a la violencia económica contra las mujeres en México: un análisis del crédito como derecho, la dependencia económica trae como consecuencia la violencia económica, ya que se vuelve un arma para maltratar a las mujeres que no cuentan con recursos propios para mantenerse o mantener a su familia.

“Esta dependencia es fundamental para entender por qué muchas víctimas de violencia doméstica deciden continuar en entornos violentos y no denunciarlos (…)” y comprometen sus “derechos económicos y humanos, así como la autonomía para decidir el rumbo de la propia vida”, dicen las autoras del estudio, Denise Vélez y Monika Meireles.

“No lo vi mal cuando me lo plantearon así, y luego, cuando nació mi segundo hijo, era bueno poder cuidarlos y dedicarme al hogar. El problema vino cuando me vi atrapada en una situación de violencia”, explicó la mujer de 33 años.

Y es que la violencia económica generalmente viene acompañada de violencia psicológica en la mayoría de los casos, aunque en otros más graves también hay agresiones físicas y hasta sexuales, según los datos del INEGI.

Tras aguantar maltratos y abusos, Mónica se decidió a dejar a su esposo y comenzó con un pequeño negocio de galletas y postres, que le deja lo suficiente para subsistir con sus dos hijos. 

Con esto, Mónica pasó de los millones de mujeres sin ingreso económico al mercado informal, donde no hay prestaciones laborales un seguro médico que le ayude a solventar los gastos en caso de que ella o sus hijos se enfermen.

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