Un viaje a través de los años; la historia de Marcela y su lucha por la democracia
Enclavada en el corazón de una pintoresca colonia, donde el tiempo se mide en casas que nacen, costumbres que mueren, y personas que deambulan a través de las décadas, emerge la voz sabia y arraigada de Marcela, conocida cariñosamente como Marce en su vecindario. Con 84 años de vida, esta mujer se convierte en el vivo testimonio de la evolución de su colonia, siendo la única constante que ha perdurado a lo largo del tiempo: su memoria.
El legado de Marce: orden y juego
Desde su juventud, Marcela se erigió como la persona que ponía orden entre vecinos, materializando el parque de su colonia y pintando las bardas con sus propias manos. Quería que los niños tuvieran un lugar donde la alegría y la libertad reinaran sin restricciones. Sin embargo, su voz no siempre tuvo el peso que tiene hoy. En una época donde las calles eran polvo y los sueños tan grandes como el cielo, Marcela luchaba contra la corriente, ansiosa por cambiar la realidad aunque no tuviera aún 18 años.
El silencio de una época
En el tejido de sus recuerdos, Marcela nos transporta a una era en la que las mujeres mexicanas no tenían permitido votar. Aunque esas cadenas se han desvanecido con el tiempo, las huellas persisten en sus memorias, en elecciones donde su voto no era más que un susurro ahogado por la corriente política, abrumadoramente masculina.
La semilla del feminismo
Marcela es la hija de una mujer sabia que le contaba historias de valentía, personificando a Juana Belén Gutiérrez, pionera del feminismo en México. Su madre le narraba cuentos de mujeres que desafiaron normas y alzaron sus voces, sembrando en Marcela la semilla de la valentía y la determinación.
El eco de los suspiros
Los suspiros de las mujeres que no pudieron votar en el pasado se entrelazan con los anhelos de Marcela mientras se prepara para las elecciones del próximo año. En su llamado a la acción, nos insta a pensar en cada voto como un suspiro de alivio de generaciones pasadas. La boleta, antes lejana, ahora representa un símbolo de lucha y evolución para el país.
Más allá del voto: un deber sagrado
Marcela nos recuerda que la importancia del voto para las mujeres mexicanas trasciende la mera participación cívica. Es una afirmación de identidad, un recordatorio de que su lugar en la sociedad es inamovible. A lo largo de las décadas, las mujeres han desafiado estereotipos y luchado por el reconocimiento de su capacidad para contribuir a la toma de decisiones. Votar no es simplemente un derecho conquistado, es un deber sagrado para aquellas mujeres que lucharon y dieron su vida por la equidad.
La culminación de la lucha
Las elecciones de 2024 no son solo un evento político; representan la culminación de una lucha. Hoy, las mujeres cuentan más que ayer, y Marcela está segura de que serán aún más mañana. Después de décadas de espera, pueden agarrar esos sueños que yacen en sus calles y proclamar con orgullo: “Estoy aquí. Yo también cuento. Yo también decido”.
Marcela, con su vida marcada por la lucha y la persistencia, nos invita a reflexionar sobre el valor de un voto prolongado, un voto por las generaciones que no pudieron hacerlo. Su historia, como la de tantas mujeres, se convierte en un faro de inspiración en un camino hacia una sociedad más justa e igualitaria