Dejemos las máscaras, bien lo dice el presidente López: “es tiempo de definiciones”.
A nadie conviene un país dividido, radicalizado y, para colmo, visceral.
Sin embargo, claramente, este es el camino que se vislumbra a corto y mediano plazo, quien no quiera aceptarlo terminará sorprendido cuando su enésimo llamado a la cordura choque contra una realidad que desmorona al país.
Los órganos autónomos, contrapesos y equilibrios nacionales, están bajo constante acecho, serán derribados uno a uno mientras sus dirigentes, acostumbrados a la vieja guardia, a la vieja diplomacia y al viejo lenguaje, esperarán, ilusionados e ilusos, a que “alguien” los rescate, a que “alguien” los defienda. No acaban de entender que si puede, López terminará con todos y con todo, con cada uno, y si no puede habrá dado ya los primeros pasos.
De entre todas las instituciones condenadas, preocupa sobremanera una: el INE, que hoy no es el mismo IFE otrora fortalecido, rebosante de credibilidad, respaldo público y valentía que encabezó José Woldenberg.
Si aquella institución, la de principios de siglo, era un tigre garante de la democracia, lo que vemos hoy día parece, más bien, un pequeño gatito.
En el INE desde hace mucho que se respira, que hiede más el aire de los egos que la vocación por la defensa de la democracia, sus consejeros se han enfrascado en patéticas guerritas de poder y en medir su influencia frente al presidente Lorenzo Córdova que parece vivir en una burbuja, que responde a las amenazas de López Obrador con argumentos tibios, apenas comprensibles para el círculo rojo y que terminan erosionados en la agenda pública.
Ha sido, incluso, más defensor público del INE Porfirio Muñoz Ledo en un foro político, de lo que Córdova logró al responder, con cierto dejo de astenia, que la “polarización pone en riesgo la democracia”, que “México ya tiene un guardián electoral” o que “no debe aprovecharse la pandemia para vulnerar instituciones”, ¿alguien, más allá de la síntesis noticiosa, tomó apuntes al respecto?
El INE tiene hoy su credibilidad en juego, pero no por su extraordinaria labor como árbitro en las últimas décadas, sino por un populista peligroso que desde el Palacio Nacional quiere acumular todo el poder posible.
Frente al demagogo, responden con un gesto de indignación que a pocos importa… López 1, INE 0.
Les urge un buen vocero, les urge una buena comunicación y más importante: les urge salir de sus fantasías, nadie los defenderá si no convocan ellos mismos a la defensa.
No parecen pieza frente al adversario que tienen… Si pierden en el INE, terminamos por perder todos.