En México, la Semana de Sensibilización del Consumo de Sodio busca concienciar sobre los riesgos de un consumo excesivo de este mineral en la dieta diaria. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), si la población mexicana redujera su ingesta de sodio de acuerdo con las recomendaciones internacionales, se podrían evitar hasta 27,700 muertes al año debido a enfermedades cardiovasculares.
La crisis de sal en México
México consume casi el doble de la cantidad de sodio recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto es especialmente alarmante dado que los productos procesados y ultraprocesados son los principales contribuyentes, aportando cerca del 45% del sodio consumido por los mexicanos. A pesar de las claras recomendaciones de la OMS, que establecen un límite de 2 g de sodio diario, el exceso en el consumo de sodio es evidente en todas las edades, afectando especialmente a los más jóvenes.
Los datos son impactantes: más del 80% de los menores y el 64% de los adultos en México consumen más sodio del recomendado. Esto no solo pone a la población en un riesgo mayor de enfermedades crónicas sino que también revela una falta de políticas efectivas para controlar el consumo de sodio. La situación demanda una acción inmediata, ya que ajustarse a las recomendaciones podría evitar aproximadamente 27,700 muertes anuales por enfermedades cardiovasculares.
El alto consumo de sodio no solo incrementa el riesgo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares sino que también es la principal causa de muerte en México. Durante los últimos años, las enfermedades cardiovasculares han sido responsables de la mayoría de las muertes, afectando significativamente la calidad de vida de los mexicanos y la economía del país.
Impacto de la reducción de sodio en la salud
La reducción del consumo de sodio es una de las intervenciones más costo-efectivas para disminuir la prevalencia de enfermedades cardiovasculares (ECV). Al reducir la ingesta de sodio, se observa una disminución significativa en la tensión arterial sistólica y el riesgo asociado de desarrollar ECV. Las evidencias son claras y muestran que las políticas y programas que promueven esta reducción pueden salvar vidas y reducir los costos en atención médica.
El consumo excesivo de sodio está vinculado no solo a problemas cardiovasculares sino también a enfermedades como el cáncer de estómago y la osteoporosis. El experto Ismael Campos destaca que el elevado consumo de sal incrementa la excreción de proteínas en la orina, lo que puede provocar daño renal y cerebral, aumentando así el riesgo de desarrollar ECV. Esto subraya la necesidad de una acción reguladora y preventiva en el país.
Un estudio del INSP ha mostrado que una reducción en la ingesta diaria de sodio a 1 gramo podría prevenir cerca de 14,180 muertes por causas cardiovasculares anualmente. Estos resultados preliminares ponen en relieve los beneficios potenciales de una reformulación obligatoria en los productos ultraprocesados, alineados con las metas regionales de la OPS.
Estrategias y beneficios económicos de la reformulación
México ya ha dado pasos hacia la reducción del consumo de sodio con la implementación del etiquetado frontal “EXCESO DE SODIO”. Sin embargo, las estrategias deben ser más abarcadoras e incluir reformulaciones obligatorias de productos, campañas de comunicación efectivas y legislaciones que mejoren los entornos alimentarios. El impacto de estas medidas no solo se mediría en mejoras de salud pública, sino también en ahorros significativos para el sistema de salud del país.
La Dra. Ana Basto-Abreu estima que la reducción del consumo de sodio podría representar un ahorro de hasta 269 millones de dólares en costos directos de salud. Estos beneficios económicos demuestran que invertir en salud preventiva mediante la reducción de sodio es no solo vital para la salud pública sino también rentable para la economía nacional.
Es crucial que México intensifique sus esfuerzos para combatir el consumo excesivo de sodio. La OPS ha desarrollado la guía SHAKE para ayudar a los países a implementar y monitorear estrategias de reducción de sodio. La adopción de estas recomendaciones puede ser un cambio fundamental en la lucha contra las enfermedades crónicas y en la promoción de una población más sana y longeva.