Diversidad de voces y equilibrio político frente a las mayorías absolutas
“¿De qué sirve que haya diputados y senadores que no ganaron en las urnas, pero están ahí?”
La pregunta refleja una inquietud frecuente en la ciudadanía: ¿qué tan legítimos son los llamados legisladores plurinominales? Aunque no llegan por voto directo, su existencia ha cambiado de manera profunda la forma en que funciona el Congreso mexicano. Su aporte no es menor: han sido una pieza clave para que la pluralidad política y social tenga espacio en la creación de leyes.
Representación proporcional: la puerta de entrada a nuevas agendas
En los últimos 40 años, los legisladores plurinominales han permitido que lleguen al Congreso temas que, de otra manera, hubieran quedado fuera. Agendas feministas, ambientales, indígenas, de juventudes y de minorías políticas encontraron en la representación proporcional una vía para ser escuchadas.
Gracias a ello, hoy es difícil imaginar un Congreso donde no se hablen de paridad de género, derechos humanos, cambio climático o derechos de los pueblos originarios. Estas discusiones no nacieron de las mayorías tradicionales, sino de la presión y el trabajo de legisladores que entraron por la vía plurinominal y que representaban sectores históricamente marginados.
Legisladores plurinominales: equilibrio frente al poder absoluto
El otro gran aporte de los plurinominales ha sido frenar los excesos de las mayorías. Sin ellos, México estaría mucho más expuesto a que un solo partido concentrara casi todo el poder legislativo, lo que en la práctica significaría leyes aprobadas sin debate y sin contrapesos.
Los plurinominales obligan a negociar. Al no tener asegurado un control absoluto, los partidos grandes deben sentarse a dialogar con fuerzas más pequeñas para alcanzar consensos. Ese equilibrio fortalece la democracia, porque evita que una sola visión del país se imponga de manera automática.
Representación proporcional: una democracia más cercana a la ciudadanía
Para la ciudadanía, la existencia de los plurinominales significa una cosa: más posibilidades de estar representado. Aunque un partido no gane tu distrito, tus votos siguen contando para que tenga presencia en el Congreso. Eso aumenta las probabilidades de que tu forma de pensar esté reflejada en las decisiones legislativas.
En este sentido, los plurinominales son un recordatorio de que la democracia no solo premia a los más votados, sino que también reconoce la importancia de las minorías. No es lo mismo un Congreso dominado por una sola mayoría que uno donde convivan diversas voces que expresan los matices del país.
Críticas al sistema de plurinominales
Por supuesto, el sistema no es perfecto. Existen críticas legítimas: algunos partidos han usado las listas plurinominales para premiar lealtades o colocar figuras que no tienen arraigo en la ciudadanía. Ese mal uso alimenta el desprestigio del sistema.
Sin embargo, más allá de esas distorsiones, el valor de los plurinominales está en la función que cumplen: equilibrar el poder y ampliar la representación. Son un seguro contra el monopolio político y una garantía de que las decisiones nacionales no se tomen a espaldas de quienes piensan distinto a la mayoría.
Una democracia más plural
Los plurinominales no son un capricho ni una trampa: son el mecanismo que permite que el Congreso mexicano se parezca un poco más al país real, ese que es diverso, desigual y lleno de voces distintas. Su aporte es claro: más debate, más representación y más equilibrio.
Y quizá la verdadera pregunta no sea “¿para qué sirven?”, sino “¿qué tan empobrecida estaría nuestra democracia si no existieran?”.
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