
Desde la Cancha
Por Demetrio Sodi
Lo primero es poner en su auténtica dimensión lo que ellos llaman la “¿4a Transformación?”, equiparándola con la Independencia, la Reforma y la Revolución. Es una total falta de respeto a nuestra historia y a nuestros movimientos revolucionarios el pretender equipararlos con una transformación que morirá el día que Morena se vaya del poder.
No le demos vueltas: el festejo del próximo domingo es un reconocimiento que le hará Claudia Sheinbaum a López Obrador en el séptimo aniversario de su toma de posesión, y deja clara su dependencia de él. El haber salido a la arena política nuevamente con el pretexto de su libro la debilita más que fortalecerla. Su advertencia de que regresará si está en riesgo la presidencia o su “4a Transformación” es, en los hechos, una amenaza de golpe de Estado.
Volviendo a la ¿4a Transformación?, esta significó un cambio radical en la política laboral. Durante 36 años se dio prioridad al capital sobre el trabajo y el resultado fue un salario mínimo que mantenía en la pobreza a los trabajadores. Asimismo, se promovió durante todo ese periodo, por diferentes políticas, la explotación de los trabajadores con el outsourcing, las vacaciones, el reparto de utilidades y la jornada laboral.
Era imposible reducir la pobreza con un salario mínimo de miseria; los resultados logrados en estos siete años son lo único de lo que puede presumir López Obrador. Hay que reconocer el cambio de política por parte del gobierno, pero sobre todo hay que reconocer el esfuerzo de los empresarios, que son quienes finalmente pagan el salario y los cambios laborales. Otro éxito de la ¿4T? es haber canalizado más recursos para apoyar a la gente pobre, un logro que debemos reconocer y que permitió, junto con el salario mínimo, sacar a 13 millones de mexicanos de la pobreza.
Fuera del ámbito laboral y la política social, estos siete años no han sido buenos para los mexicanos. La inseguridad sigue en niveles altísimos; es cierto que con la llegada de Claudia Sheinbaum las cosas empiezan a mejorar, pero si vemos en conjunto los siete años, los resultados son muy malos. En todo este periodo, el gobierno no ha podido con la delincuencia y la violencia. Si van a evaluar los siete años de la ¿4T?, en seguridad deberían reconocer su fracaso.
Otro fracaso es el combate a la corrupción: los escándalos de Segalmex, el huachicol fiscal, La Barredora y ahora el caso del dueño del certamen de Miss Universo dejan clara la gran corrupción y complicidad que hubo durante todo el sexenio de López Obrador. Todos estos fraudes siguen pendientes y no se ve la voluntad de Claudia Sheinbaum de ir contra los responsables. No queda claro si es por falta de voluntad o de fuerza, pero no se ve decisión para castigar a los implicados. Un ejemplo es el del senador Adán Augusto López: es evidente la corrupción y las contradicciones en que ha caído, y parece que la presidenta no ha tenido la fuerza para actuar contra él porque es el “hermano” de López Obrador.
Hay muchos otros temas en que estos siete años han sido un fracaso: las muertes por la pandemia, la falta de medicamentos, el campo, y obras como el Tren Maya o la Refinería de Dos Bocas, que serán una sangría permanente para el gobierno. Sin embargo, el fracaso más grande de la ¿4a Transformación? está en la economía. Durante los siete años no ha habido prácticamente crecimiento económico, y el doble discurso del gobierno —que por un lado apapacha a los empresarios y por el otro los ahuyenta con la desaparición de los organismos autónomos y las reformas al Poder Judicial y al derecho de amparo— provocará que no haya inversión, no haya crecimiento económico y no haya nuevos empleos.
La dizque “4a Transformación” ya se agotó y tiene los días contados. Salvo el combate a la pobreza, en todo lo demás, estos siete años han sido un fracaso.



