Don Leonel considera que, en su experiencia, la mala calidad de los materiales contribuyó en gran medida al desplome del tramo elevado.
Subsidiaria de ICA, la responsable del tramo desplomado
Leonel Cruz participó en la construcción de la Línea 12 y a pesar de que no es parte de la cúpula que maneja los consorcios de la construcción, su experiencia en estas obras le permite evaluar y dar una opinión sólida sobre lo que pudo ocasionar el derrumbe del tramo elevado.
Es contratista desde hace 30 años y cuenta con número de padrón como especialista en estructuras metálicas, fue parte del proceso de construcción de la Línea y en este sentido sostiene que “se conjuntó la falta de mantenimiento con la mala calidad de los materiales”.
En entrevista para La Crónica, don Leonel describe con puntualidad, mientras hace recorrido por la zona cero, los puntos más débiles de la obra y explica por qué los materiales son de mala calidad. Por ejemplo el balastro, señala que se metió del “peorcito” por su aspecto opaco, ya que dice que el brillo en el material perdura en el tiempo.
Al preguntarle sobre lo que observa de lo que quedó de estructura, Leonel responde sin dudar que la soldadura se tronó pero aclara, al ver de cerca, que debió haber sucedido desde el sismo del 2017 pero las autoridades seguro pensaron que “aguantaría”.
—A parte de que no le dieron mantenimiento, es evidente que aquí se tronó la soldadura y se degollaron los tornillos de las placas de acero, que son las que unen a las ballenas. Las placas van barrenadas y atornilladas. Seguro se tronaron desde el temblor del 17, pero los del Metro dijeron: ´sí aguantó, no se cayó´, cuando tenían que haber cambiado o reforzado todas las placas.
—No es de ahora entonces…
—No, ya tenía tiempo que eso se había desoldado, la ballena se fue recorriendo paulatinamente: cada que pasaba el Metro y con el peso de la gente, el balastro, los durmientes y la vía, hasta que llegó el momento en que ya no agarró nada y se desplomó.
—¿Había forma de detectarlo?
—Se da uno cuenta por la separación de una trabe a otra, por cómo las viguetas se van alejando del cabezal. No hubo mantenimiento y esto es de diario, porque está de por medio la seguridad de los usuarios. Eso de que cada rato la reforzaban, es falso. Dejaron caer la obra.
—Cuando ese tipo de falla es detectado, ¿cómo se repara?
—Se vuelve a soldar, se pone otra soldadura, se atornilla de nuevo y si el deterioro es grave, se coloca una placa nueva. Se pasaron. Aquí todos se quieren lavar las manos, pero son varios responsables.
Una cadena de incompetencias y omisiones
Asegura que nadie se percató o preocupó por el tipo de materiales que se utilizaron. Relató que tuvieron que trabajar con varillas imantadas, “cuando una varilla está así es de cuarta o de quinta”, por lo que usaron cables de cobre para dejarlas en estado óptimo. Incluso se le reportó la situación directamente a Marcelo Ebrard, entonces jefe de Gobierno, en una junta con él.
—Dejábamos tirado más de una semana el montón de varilla, amarrado con cable de cobre y enterrado en el suelo, para que la tierra jalara todo el imán, porque si se usa así, se truena.
—¿Y sí se le quitaba?
—No al 100 por ciento. Había veces que estábamos duro y duro y la soldadura no agarraba, porque la varilla era de quinta; con el paso del tiempo se parte, se va desoldando. Un día se tocó ese tema con Marcelo.
—¿Qué Marcelo?
—Ebrard. Un día llegó en helicóptero hasta Tláhuac; aterrizó, pero aún le quedaba un poco lejos la obra; se le hizo una rampa para que pudiera pasar en una camioneta. Y ahí, en la plática, algunos ingenieros sacaron lo de los materiales que se estaban metiendo. Se llevaron tajadas de dinero, a costa, ya lo vimos, del sufrimiento de muchas familias. La calidad del material debió ser checada por los supervisores.
—Eso tendrá que salir en el peritaje de la empresa noruega (contratada por el gobierno de la ciudad para esclarecer las causas del accidente) —se le comenta a don Leonel.
—No creo que se atrevan a sacar lo de los materiales chafas, siempre salen con sus fantasmas; le llamamos así cuando en un dictamen de construcción concluyen cosas que no son…
—Según es una empresa muy fregona…
—Yo no represento a una empresa fregona y sé cómo está el problema, cuál fue la falla. ¿Sabe por qué? Porque estuve ahí, arriba, trabajando en el tramo elevado, y me di cuenta de todo. Los noruegos no anduvieron aquí, ¿a poco ellos vieron cómo se pusieron las placas, cómo se iban barrenando y soldando?
—¿Tiene desconfianza?
—Desde que escuché que iban a traer a la noruega, le dije a mi esposa: cómo les gusta pagar a lo tonto, puro despilfarro de los impuestos de la gente. Van a salir, ya lo verá, con chistosadas…
Si realmente son responsables, deben tirar un buen tramo y volverlo a construir, no sólo donde pasó la tragedia, porque la obra quedó sentida. Va para largo la apertura de la Línea.”
Con información de La Crónica.