Esta semana, miembros del partido de la ultraderecha española, Vox, visitaron México y consiguieron que una parte del debate político y mediático se centrara en esta situación, pues se reunieron con legisladores del Partido Acción Nacional (PAN).
El titular de Vox, Santiago Abascal, se reunió con legisladores del PAN, encabezados por su coordinador, Julen Rementería, para sellar una alianza a la que llamaron la Carta de Madrid, en contra “del avance del comunismo” en la “iberosfera”.
Por esta situación, abundaron las críticas al PAN por pactar con un partido que roza las tesis fascistas. Ello provocó deslindes de dirigentes del PAN y señalamientos del presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina.
En esa conferencia, Rementería no precisó por qué se había invitado a Abascal al Senado. Se limitó a repetir que la firma de la Carta de Madrid “no significa ningún acuerdo ni alianza con ninguna persona u organización política”; aclaró que la firma de ese documento fue a título personal, no a nombre de la bancada ni del PAN.
Las propuestas políticas de Vox son abiertamente xenófobas, con expresiones marcadamente crudas contra la población africana y contra los menores inmigrantes no acompañados. También son islamófobos, siendo el episodio más reciente su oposición en el Congreso español a la estrategia desplegada por el presidente Pedro Sánchez de acoger en suelo español al mayor número posible de afganos que colaboraron con sus tropas en Afganistán, gesto del gobierno que desde otras latitudes fue muy aplaudido.
Frente a las críticas que generó la reunión, ni Rementería ni ningún senador y tampoco la dirigencia del blanquiazul emitieron opinión alguna. De hecho algunos medios de circulación nacional aseguraron que el Comité Ejecutivo Nacional pidió a sus liderazgos ya no tocar el asunto en medios de comunicación.