Esta labor comenzó como un oficio asignado por parte de los conquistadores españoles, hoy es de las actividades más rentables.
No ven rentabilidad
Oziel Jiménez, productor mexicano de miel, cuenta cómo fue que la apicultura se convirtió en uno de los oficios que más trabajan los pueblos originarios, además de la agricultura. Cuenta que para los conquistadores españoles representaba una labor tediosa por la picadura de este insecto y decidieron asignarlo a los indígenas. De ahí que el 90% de quienes actualmente se dedican a la cría de abejas y producción de miel sean de pueblos originarios.
No obstante que la miel es considerada uno de los super alimentos por sus propiedades para la salud y además de los beneficios en el comercio, México se ubica en octavo lugar en el ranking mundial en producción, son pocos quienes deciden dedicarse a esta actividad.
Entre las desventajas que ven otros miembros de las comunidades rurales está el cuidado temporal de las abejas, ya que en tiempos de lluvia o frío se deben alimentar con un preparado de jarabe con azúcar ante la carencia de néctar en el campo. Por otro lado, el control de plagas es indispensable y delicado puesto que los fungicidas y pesticidas dañan de igual manera a las abejas.
Competencia desleal
Con el boom de la comida orgánica muchos de los apicultores que desean vender sus productos se han visto en desventaja frente a la llegada de productos alterados que se venden a menor precio. Lo que repercute la venta de artículos como miel, jalea real, polen, propóleo, veneno y cera.
“A la fructosa la ofrecen como miel de abeja; quienes no saben diferenciar la adquieren y la consumen. […] Para detectar una miel alterada hay que verla en un frasco trasparente y observar la mano que sujeta el envase: si los dedos se miran tal cual no es miel. O si la venden en carretillas que normalmente traen un panal, incluso con abejas, obsérvelo con cuidado. Si en la orilla del panal la miel se está acaramelando, no es cien por ciento natural”.
Por ejemplo, el color de la miel, explica Oziel Jiménez, depende del tipo de floración que circundan los apiarios. Lamentablemente mucha gente no tiene el conocimiento para diferenciar un producto auténtico y cosechado de manera profesional.
Una colmena en promedio produce de 40 a 60 kg en cada cosecha, misma que se vende al público en 130 pesos, sin embargo, los acaparadores la compran a productores en casi 40 pesos.
La abeja melífera, la que produce miel, llegó a México importada de España y tiene la capacidad de adaptarse a diversos ambientes. Las abejas son de importancia socioeconómica y ecológica porque contribuyen con más del 65 por ciento de la polinización de cultivos y plantas silvestres.
Con información de La Jornada.