Por: Silvia A. Ojeda Espejel
Muchas son las preguntas que surgen a partir de lo que hasta ahora hemos visto de la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador. En materia educativa, la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) es a mi parecer (y no sólo mía) una de las mayores pérdidas que pudo tener nuestro sistema educativo. El INEE contaba con muchos de los más grandes “cerebros mexicanos” al servicio de la educación nacional.
Su calidad técnica era impecable y la información que produjeron a lo largo de más de tres lustros (recordemos que su creación fue en el 2002 pero no fue hasta 2013 que se le dio la autonomía institucional) nos decía muy claramente por dónde podríamos caminar hacia una educación con mayor calidad y equidad. No sólo las pruebas estandarizadas (como PLANEA) sino las directrices y otras publicaciones como el Panorama Educativo nos permitían valorar lo que estábamos haciendo.
La cuestión es que, si no hacíamos algo con esa información, no sirve de nada, pero ésa es otra historia. Antes contábamos con esa información. Ahora no sabemos si continuará una evaluación como PLANEA, si se van a implementar otras pruebas como PISA o TALIS (ambas de la OCDE), si se van realmente a concursar las plazas para ingresar al servicio docente, entre otras tantas incógnitas.
En esta administración, en lugar del INEE se creó la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), cuya junta Directiva tuvo un nacimiento complicado (y cuestionado) y con una gobernanza centralista que no se ve con claridad de qué manera podrá ejercer su poder y autoridad para coordinar esfuerzos y ser una verdadera voz sobre lo que es necesario hacer para que nuestros niños y niñas aprendan más y mejor.
Sumado a esto, los cambios en los planes y programas de estudio han dejado a los estudiantes a merced de decisiones políticas que no los miraron a ellos en primer lugar. Millones de niños, niñas y adolescentes del país están pagando las consecuencias de las decisiones políticas. El Modelo educativo que planteó el ex Secretario Aurelio Nuño se realizaría en dos etapas: la primera en el ciclo 2018-2019, en la que entraron los cambios en preescolar, primero y segundo grado de primaria; en tanto la 2ª etapa, será en el ciclo 2019-2020 para tercero, cuarto, quinto y sexto de primaria.
Esta administración decidió que la 2ª etapa no. Cito a Abelardo Carro Nava, quien en su artículo en Educación Futura señala que la Secretaría de Educación Pública (SEP), tomó la decisión de modificar el acuerdo 12/10/17 mediante el cual se establece la aplicación del Plan y los Programas de estudio en los grados 3º, 4º, 5º, y 6º de primaria; y 2º y 3º de secundaria.
A decir del documento que he referido, los cambios se refieren: “… a la necesidad de hacer un alto en el camino para revisar a fondo, con la participación de los maestros y maestras, una propuesta curricular que ha sido materia de controversia por muchos sectores del magisterio, pero también a la obligación de atender el nuevo acuerdo educativo plasmado en el artículo 3º constitucional… implica nuevos programas de estudio y libros de texto…”, y finaliza, “en 3º, 4º, 5º, y 6º de primaria, y en 3º de secundaria, seguirá vigente el plan de estudios 2011”. Mientras que la oportunidad que alude el citado documento, refiere a: “la elaboración de una nueva propuesta curricular alineada a los principios de la Nueva Escuela Mexicana… lo cual requiere, tiempo para su valoración, trabajo con maestros e investigadores, observación en las aulas”.
No está demás señalar que, para el caso de la educación preescolar, las educadoras y educadores, trabajarán con el Plan y Programas de Estudio 2017; y lo mismo ocurrirá con 1º y 2 de primaria, y 1º y 2º de secundaria.
Con respecto a la “valoración” mencionada, creo que a todos nos encantaría conocerla. Saber qué resultados dio el plan de estudios propuesto por la anterior administración, hecho con el rigor técnico que los especialistas que participaron le imprimieron a ese “nuevo modelo”. ¿Qué pasó con todo ese tiempo y trabajo invertidos? ¿Lo revisarán y valorarán en su justa dimensión las nuevas autoridades? Esperemos que sí. Por el bien de los niños y niñas.
Lo que también es cierto es que existen algunas luces de esperanza. La Ley General de Educación, por ejemplo, introdujo el término de equidad que, para fines prácticos, es darle a cada persona lo que necesita para su desarrollo. La Nueva Escuela Mexicana se concibe como el espacio público que todos deseamos para nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes. El lugar en donde podemos aprender, crecer, compartir, participar y desarrollar al máximo nuestras capacidades, tal como lo dicta la Convención de los Derechos del Niño, instrumento ratificado por nuestro país en 1990. Esperemos que realmente logremos concretar la escuela que queremos. Por el bien de nuestro México y de todas las personas interesadas en tener un mejor país. Por nuestros niños y niñas. El tiempo nos dirá…