Autor: Enrique Acevedo
Con la celebración del fin de año nos acercamos a los primeros seis meses de existencia del programa “Remain in Mexico”. El acuerdo firmado en lo oscurito por los gobiernos de México y Estados Unidos que ha convertido una crisis migratoria en un desastre humanitario.
Desde su implementación, cerca de 70 mil migrantes, en su mayoría familias centroamericanas, han sido retornados a México para esperar aquí la resolución de las solicitudes de asilo. Con excepción de algunos reportes periodísticos, los detalles sobre el origen, la operación y los objetivos de los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), permanecen en la opacidad. Nadie rinde cuentas.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador accedió inexplicablemente a recibir a estos migrantes sabiendo que no podía brindar las condiciones mínimas necesarias para ello. La decisión ha tenido consecuencias predecibles.
En Matamoros cerca de 3 mil migrantes viven en tiendas de campaña expuestos a la insalubridad y la violencia. 80 por ciento acompañados de menores de edad que sufren de trauma emocional y sicológico, según el testimonio de los pocos voluntarios que brindan el apoyo y la asistencia humanitaria que el gobierno de México no ha querido ofrecer.
La historia de abandono y negligencia se repite en Nuevo Laredo, en Tijuana y en otras plazas fronterizas en las que organizaciones civiles han documentado cientos de casos de extorsión, secuestro, asalto y violación contra los migrantes de MPP.
Apenas el 0.1 por ciento de los solicitantes han recibido asilo en Estados Unidos. Un logro para las fuerzas etnonacionalistas que buscan transformar el sistema migratorio estadunidense en complicidad con la 4T.
La invitación en esta última columna del 2019 es a la reflexión. Los solicitantes de asilo hoy vienen principalmente de Guatemala, Honduras y El Salvador, pero muy pronto esto podría cambiar. En las últimas semanas aumentó el número de mexicanos que buscan refugio. ¿Con qué cara vamos a exigir un trato digno y justo en sus casos? Las autoridades mexicanas insisten en que la decisión fue necesaria, creen haber construido una sociedad estratégica y hablan con cinismo de una política migratoria humanista. No se han dado cuenta de que son el tonto útil, nada más.