Autor: Esteban Ilades
Hace meses, la activista sueca Greta Thunberg se volvió viral. Nadie podía dejar de hablar de la adolescente que se declaraba en huelga para llamar la atención a la crisis climática que nos envuelve. En todo el mundo, México incluido, hubo marchas que funcionaron como su megáfono. Por unas semanas, el tema fue el foco del diálogo mundial.
Y luego se acabó. Como todo acto de viralidad, las marchas mundiales solo captaron nuestra atención durante su ciclo de exposición. Una vez que la conversación y los memes cambiaron a otros temas, la crisis, que sigue siendo urgente, pasó a un plano ulterior de la esfera pública.
Por eso casi nadie alarma ante el hecho de que Nueva Delhi enfrentó esta semana su día más frío en 119 años. O que la temperatura en Chicago, que por estas fechas debe estacionarse en niveles negativos, oscila alrededor de los 15 grados centígrados —hace un año, por cierto, Chicago llegó a los -46C.
Pero nada como lo que sucede en Australia. Como bien apunta David Wallace-Wells en su más reciente artículo (https://nym.ag/2FfUpk8), la apatía ante la catástrofe se ha vuelto la norma. Los incendios australianos arden sin control desde septiembre; es decir, desde hace cuatro meses. Su tamaño actual, según una herramienta disponible en The Guardian (https://bit.ly/2tndP3V), corresponde a un área que abarca Ciudad de México completa, gran parte del Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala juntos.
Poco parece importar. En el mejor de los casos, la noticia de que los koalas, especie que desata sentimientos de ternura, estén cerca de la extinción a causa de los incendios, ha generado algo de tracción en línea. Y ya. El mundo sigue girando y con eso tenemos. Que en nuestras antípodas la tierra arda es lo de menos, porque para nosotros no es tangible. Es solo un video más en internet que compite por nuestra atención con memes de Elsa de Frozen.
Quizá cuando la realidad nos alcance, como en mayo pasado cuando se incendió la periferia de Ciudad de México, prestaremos atención. Pero lo más probable es que en Australia reaccionen al igual que nosotros frente a su tragedia: le darán un clic, si acaso, en lo que alguien les comparte un meme nuevo.
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