De los años ochenta hasta 2007 la Ciudad de México tuvo parques acuáticos donde los capitalinos podían pasar horas de sana diversión en familia. Hoy en día, estos centros de diversión ya no existen y es necesario viajar a otras entidades como Hidalgo o Morelos para darse un buen chapuzón.
Aguas Salvajes: comienza la diversión acuática en Chapultepec
El parque acuático llamado Aguas Salvajes se inauguró en los años ochenta en la tercera sección del bosque de Chapultepec. Los capitalinos abarrotaban el lugar los fines de semana para disfrutar de su alberca de olas, alquilar un colchón para tomar el sol y lanzarse, niños y adultos, en sus divertidos toboganes. A pesar de la larga fila y el tiempo de espera para poder entrar, al final los hacía muy felices a todos, sobre todo a aquellos que no podían salir de vacaciones a otros estados, por falta de tiempo o recursos, o a quienes aún no habían tenido la oportunidad de conocer el mar.
“El oasis capitalino prometía que sus amenidades te harían “olvidar Acapulco”, contaba con una inmensa alberca de olas, acuatubos, un tobogán, área infantil, cancha de futbol rápido, vestidores, restaurante, tienda de recuerdos y regaderas. Tenía capacidad para siete mil personas”, narra un reportaje de El Universal publicado en 1984.
El reglamento del parque prohibía ingresar alimentos y bebidas de cualquier tipo, y contaba con vigilantes que revisaban las maletas para corroborar que únicamente ingresaran toallas, trajes de baño, jabones, entre otros artículos de aseo personal. Sin embargo, algunos visitantes muy ‘colmilludos’ al final lograban pasar a través de una cerca comida y hasta alcohol a los integrantes de la familia que ya estaban adentro.
Llegan La Ola y El Rollo
Al llegar los noventa, el nombre de este parque acuático cambió por La Ola. Abría sábados, domingos y días festivos, en un horario de 10 a 17 horas y la entrada costaba 40 pesos para los adultos y 20 pesos los niños. Había un restaurante, cafetería y áreas verdes para hacer picnics en familia. El nuevo nombre duró poco tiempo y cambió a El Rollo, que tenía espacio para 5 mil personas y una zona de chapoteaderos, además de la alberca y los toboganes. Al interior, se vendían papas fritas y refrescos a 9 pesos, sopas instantáneas y hot-dogs por 12 pesos, hamburguesas de 16 pesos, entre otras botanas.
“En el verano se trabaja todos los días en un turno único de 9 a 18 horas. Se tiene un día de descanso a la semana, que no puede ser sábado o domingo. Los puestos de trabajo disponibles son en el área de taquillas, operador de toboganes, alimentos y bebidas, souvenirs y restaurante. El sueldo es de mil 700 pesos mensuales”, relata El Universal.
Lamentablemente, El Rollo cerró sus puertas en 2007, junto con el parque acuático y delfinario Atlantis, donde las familias podían presenciar espectáculos de animales marinos. Aunque al principio se informó que solo se trataba de una remodelación, las instalaciones quedaron abandonadas durante más de una década, en los que incluso parecía un “balneario fantasma”, por la falta de mantenimiento y el vandalismo de quienes lograban colarse a esta zona del bosque.
Hoy en día, los recuerdos de los parques acuáticos en la capital se transformaron en el Parque de Cultura Urbana (Parcur), que se inauguró en febrero de este año. Este nuevo espacio tiene una superficie de 59.12 mil metros cuadrados y es aprovechado por miles de jóvenes para practicar parkour, skateboarding, hacer trucos en bicicleta, e incluso tiene funciones de teatro al aire libre.
Conoce Parcur, el nuevo parque cultural de Chapultepec
Con información de El Universal