Para Isidro H. Cisneros, la movilización multitudinaria de este domingo en defensa del INE representó un contundente rechazo del poder ciudadano a la reforma electoral presentada por el poder Ejecutivo.
Contraposición entre poder político y poder ciudadano
Isidro H. Cisneros, experto en temas de derechos humanos y procesos electorales, dedicó su columna La calle es de los ciudadanos a destacar la relevancia que tuvo la gran convocatoria a la marcha en defensa del INE, “en defensa de la democracia” como él la llama, y por qué representa una clara contraposición entre el poder público y el poder ciudadano.
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Para el catedrático, la marcha fue una muestra contundente de rechazo, a pesar de los sabotajes del gobierno, hacia la reforma electoral impulsada por el poder Ejecutivo en un claro movimiento autoritario para imponer regresiones sustanciales al sistema democrático.
“Representó un éxito total y un llamado de atención para el país entero, no solo por la pluralidad de voces que allí se manifestaron sino también por el ejemplo de unidad política que encarnó la movilización social”.
Una propuesta llena de retrocesos
Para Cisneros, los cambios propuestos en la reforma electoral afectan el sistema político en su conjunto al reducir la calidad de la representación democrática y permitir que el gobierno intervenga en el nombramiento de consejeros y magistrados electorales.
Esta circunstancia provoca una incompatibilidad entre los intereses del presidente y los de la sociedad, una relación de rechazo entre palacio y la plaza pública, una tensión entre el poder de un individuo y el espacio de las libertades sociales.
“Porque vista desde el palacio, la plaza pública es el lugar de la libertad sin límites, del “complot” de los opositores y de la manipulación de la prensa “tendenciosa”, mientras que, contrariamente, visto desde la plaza pública el palacio es el lugar de la corrupción, de la impunidad y del nepotismo, así como la sede del poder arbitrario, indolente e incapaz”.
Se trata, en resumen, de un antagonismo entre un poder político invisible y autoritario confrontado por el reclamo de un poder político visible y democrático desde una comunidad política, de acuerdo con la categoría aristotélica apunta el doctor en Ciencia Política.
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Un poder que despierta ante el autoritarismo
Por último, Cisneros resalta que la movilización constituye la expresión de un nuevo poder ante el autoritarismo, una resistencia civil como forma de protesta que es propia o que tiene cabida en las democracias.
“El poderoso grito que ayer lanzamos los ciudadanos es la expresión de un nuevo poder que despierta ante el autoritarismo. […] Es considerada civil, justamente, porque acentúa el componente ciudadano en oposición a la clase política y porque resalta su carácter público. Tomar la calle es una forma de presión legítima a disposición de los ciudadanos para modificar las relaciones de poder en el interés de todos”.
Con información de La Crónica.