El 22 de marzo las autoridades de salud de Coahuila detectaron un caso de coronavirus en un hospital del IMSS en Monclova. Para el 26 de marzo, las autoridades de salud coahuilense habían detectado dos casos positivos de coronavirus más. Se trataba de un médico y una radióloga de esa institución, que habían tratado a un paciente ingresado el 15 de marzo.
Es decir, desde mediados de marzo, esa clínica de Monclova tenía un paciente con síntomas de lo que luego se confirmaría como Covid-19.
Ese paciente estuvo siete días en “aislamiento” en urgencias antes de que le hicieran la prueba correspondiente. Las comillas las pongo porque en urgencias estuvo, según denuncias, sin el debido aislamiento.
De acuerdo con trabajadores del hospital de Monclova, desde el día siguiente de que ingresó (16 de marzo) se había pedido al área de epidemiología del propio nosocomio que a ese paciente se le hicieran los correspondientes análisis; sin embargo, la prueba la terminó realizando el aparato de Salud del estado de Coahuila.
Para el sábado 28 de marzo se anunciaron siete casos más de Covid-19. El día siguiente once más. En resumen, hasta ese fin de semana en Monclova se reportaron 21 infectados. Todos ligados al caso del hospital ya referido.
Pero para el día 27 había muerto el paciente cero, y el 31 se reportó el deceso de un médico urgenciólogo que le había tratado. Una radióloga de ese nosocomio también se infectó, según reportes de quienes han seguido el caso, de manera directa al tratar al paciente.
Este apretado resumen lo que muestra es la falla estructural de ese hospital del IMSS en Monclova a la hora de tratar a una persona infectada con Covid-19 cuando el país ya sabía, desde meses atrás, de la inminencia de una emergencia sanitaria.
Porque incluso antes de que falleciera el paciente, trabajadores de esa instalación hospitalaria habían denunciado (jueves 26 de marzo) que no tenían el equipamiento necesario para manejar a los infectados del coronavirus.
Esta realidad contrasta con las promesas de Zoé Robledo, director del Instituto Mexicano del Seguro Social, y con el compromiso de las autoridades de salud del país, en este caso lideradas por Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud.
Lo ocurrido en Monclova muestra que a pesar de las declaraciones de las autoridades de salud de México, los trabajadores sanitarios estaban insuficientemente equipados y preparados para lidiar con la infección.
El 23 de marzo, cuando al paciente de Monclova, que resultaría siendo el origen de la infección de casi una veintena de trabajadores del IMSS, finalmente era trasladao a piso, a un aislamiento más apropiado, Zoé Robledo, director (es un decir) de ese organismo clave de la salud de México, se había comprometido con que a les médiques, les enfermeres y les trabajaderes sanitarios del país les dotarían del equipo necesario.
En un mensaje publicado en Twitter en esa fecha, Robledo, que no ha dado la cara luego de la crisis de Monclova, aseguraba que “desde antes” de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) hiciera la declaratoria de epidemia para el Covid-19 “ya estábamos trabajando” para que la gente del IMSS estuviera equipada para lidiar con ese virus.
Pero llegó el terrible caso de Monclova y desnudó la realidad.
Robledo le falló a los suyos y al país. Y en eso se lleva de corbata el discurso de López-Gatell, ese de que desde enero México había prendido las alertas y había hecho la tarea para prepararse para la llegada de la pandemia a México.
Monclova, un solo caso como universo de la falta de equipamiento, óptimos procesos de reacción, descoordinación, abandono de personal y finalmente, contagios y muerte de personal médico por Covid-19.
Al cierre de esta columna se reportaba de un nuevo brote en Piedras Negras, también en Coahuila, con gente del IMSS también infectada.
Robledo ya le falló una vez a los trabajadores más importantes de la crisis que es inminente. Por el bien de todes, primero les médiques, les enfermeres, les camilleres. Por el bien de todes, ojalá Robledo y López-Gatell entiendan que hay que pasar de las palabras bonitas a los hechos, que de discursos ya estuvo bien, que la primera línea de defensa frente a Covid-19 no puede volver a sufrir bajas de la manera en que se vio, tristemente, en Monclova. Por desgracia no tenemos ningún elemento para saber que esos funcionarios aprendieron la lección que, desde la cómoda Ciudad de México, no sufrieron en carne propia.