Con el Tren Maya, el presidente podría tener resultados tan ínfimos como los del AIFA y Dos Bocas, a pesar de la millonaria inversión en el proyecto, lo que lo convierte en otro “barril sin fondo” de la 4T.
“No es seguro que logren los resultados esperados”
Como apunta Demetrio Sodi en su columna “El presidente y su trenecito”, con el Tren Maya, el presidente Andrés Manuel López Obrador podría tener resultados tan ínfimos como los que ha obtenido hasta el momento en dos de sus grandes megaobras: el AIFA y Dos Bocas, a pesar de la millonaria inversión en el proyecto. Aunque se espera que uno de cada 10 turistas de Cancún lo utilicen, esto es “poco probable, y aun cuando esto se lograra, el costo de operación será mucho mayor que los ingresos que obtenga“, o que lo convierte en otro “barril sin fondo” de la 4T.
Además, Sodi destaca las declaraciones de Javier May Rodríguez, director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y responsable del proyecto, quien informó que el proyecto tenía “ingresos asegurados” porque el Tren Maya se utilizará para transportar gasolina, es decir, que “en lugar de construir un gaseoducto se va a usar un tren de alta velocidad que va a costar más de 400,000 millones de pesos para transportar gasolina”, otra decisión cuestionable del presidente y la Cuarta Transformación.
“El problema del Tren Maya, como el del aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería Dos Bocas, es que no es seguro que logren los resultados esperados. El aeropuerto está prácticamente parado y lo usan solo los que no tienen otra alternativa. En el caso de la refinería, más allá de que su costo fue mucho mayor de lo proyectado, hasta ahora no ha refinado una gota de petróleo y no hay fecha para que pueda operar a la capacidad que se ofreció”.
Otro capricho del presidente
Demetrio Sodi señala que, aunque el Tren Maya logre promover el desarrollo del sureste del país, la cantidad de recursos que se han invertido en esta megaobra pudo destinarse al desarrollo de los estados por los que pasa, más que en “un tren que puede significar un alto subsidio para su operación. Este tipo de obras deberían hacerse con recursos privados, pero como lo más seguro es que sean un barril sin fondo, ningún inversionista privado se animó”.
Además, el experto recuerda que la decisión de los gobiernos de gastar miles de millones en obras faraónicas no ha conseguido reducir la desigualdad y la pobreza que hay en el país, pues no se invierte en “crear condiciones para el desarrollo y resolver las demandas básicas de la gente”, por lo que no hay un piso social parejo ni se crean oportunidades para combatir la desigualdad.
“El presidente seguramente ha soñado toda su vida con tener un trenecito, un aeropuerto y una refinería, pero (…) el casi billón de pesos que se ha invertido en estos caprichos del presidente podría haber sido utilizado con mayor beneficio social en educación y salud, seguridad y en obras de agua, drenaje, vivienda, carreteras y transporte público, que hubieran creado condiciones de desarrollo y beneficiado a todas la ciudades y comunidades del país y a todos los mexicanos”.
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Con información de El Economista