“En el México de nuestros días no se respeta la ley”, aseguró Isidro Cisneros, politólogo mexicano. Por ello, sentenció que la forma de hacer política de Andrés Manuel López Obrador “muy pronto llevará a México a formar parte de la familia de los estados autoritarios del siglo XXI”.
Una estructura de ilegalidad
En su columna de opinión, el experto aseguró que debido a las constantes violaciones de las leyes mexicanas, el régimen político del país se está transformando en una estructura de la ilegalidad.
“Ya sea que se considere el proceso de formación de las leyes o de su aplicación, ellas son cotidianamente ignoradas y manipuladas por el poder político”, dijo Cisneros.
El politólogo señaló que el actual gobierno impulsa un debilitamiento del sentido de legalidad y de autoridad de la ley.
“Un Estado es democrático solamente cuando la libertad no puede ser limitada de ningún modo y cuando las leyes representan a los ciudadanos protegiendo con fuerza sus derechos fundamentales”, expresó.
“Por tales razones es que la manera tan burda y mezquina, autoritaria y golpista, con la que los diputados y senadores oficialistas, procesaron las reformas anheladas por López Obrador representa un golpe a nuestra República y a la legalidad en la que se sustenta”, expresó.
De tal manera que, agregó: el juicio histórico que habrá de recibir el obradorato, así como sus prácticas de manipulación y engaño, será asimilable al recibido por los bonapartismos, los cesarismos y los fascismos contemporáneos.
4T, ¿una dictadura?
Isidro Cisneros ilustró en su columna la figura del dictador y la dictadura. Esta última, dijo, se presenta como una forma de gobierno en la que un solo individuo, grupo o partido ejerce un poder absoluto sobre el Estado y la sociedad.
Añadió que la dictadura se caracteriza por reducir las libertades políticas y civiles, por facilitar la represión y la persecución a las oposiciones, por el establecimiento de prácticas orientadas a censurar a los medios de comunicación y por anular en los hechos la división de poderes.
“En una dictadura, el líder o el grupo en el poder, no se siente con la obligación de responder ante la sociedad ni ante las instituciones autónomas. En cambio, su ambición de poder se basa principalmente en la fuerza militar y en el uso de otros medios coercitivos”, detalló.
No obstante, Cisneros mencionó que el dictador rara vez logra sus propósitos de perturbar permanentemente el orden jurídico y político.
Por todo lo anterior, aseveró: al final, no solo los alcanzará el juicio de la historia, sino también el de los jueces y tribunales por los delitos cometidos.
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Con información de La Crónica.