Para José Woldenberg, la actitud del presidente despierta preocupaciones emocráticas
En un revelador artículo titulado “Autoritarismo sin maquillaje”, el distinguido analista político José Woldenberg arroja luz sobre las crecientes tendencias autoritarias del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que han dado que hablar durante las festividades del Grito de Independencia.
En su artículo, Woldenberg destaca la preocupación de que, en una época en la que se supone que todos los actores políticos son defensores de la democracia, López Obrador haya dejado al descubierto su rostro autoritario sin ningún tipo de disfraz, ya sea debido a la prepotencia o a una falta de perspicacia política.
El 13 de septiembre, sin mostrar el menor rubor, el presidente López Obrador comunicó a la prensa su decisión de no invitar a los ministros de la Corte Suprema a la celebración del Grito de Independencia en el Zócalo, una tradición de larga data que se lleva a cabo el 15 de septiembre. Su explicación dejó perplejos a muchos:
“No tenemos buenas relaciones con el Poder Judicial… Se han dedicado a actuar contra la transformación y nosotros consideramos que están en contra del pueblo, son representantes de la oligarquía, de una minoría corrupta y rapaz”.
López Obrador
Estas palabras, que carecían de cualquier atisbo de diplomacia o consideración, arrojaron una luz reveladora sobre las inclinaciones autoritarias del presidente, quien pareció comportarse como si fuera el único árbitro de la nación. López Obrador emitió juicios sumarios y descalificaciones, desafiando abiertamente la independencia de los poderes constitucionales y dejando claro su menosprecio por la división de poderes, uno de los pilares de cualquier democracia robusta.
Además de excluir a los ministros de la Corte, tampoco se extendieron invitaciones a las presidentas de las mesas directivas de las Cámaras del Congreso. Este gesto levantó serias preocupaciones sobre la percepción del presidente de que el Estado mexicano es una entidad unipersonal, personificada únicamente por él mismo, y su deseo de evitar cualquier forma de contrapeso o sombra a su liderazgo.
José Woldenberg subrayó que el presidente López Obrador parece no entender la distinción fundamental entre el Estado y el gobierno. El Estado se compone de una constelación de instituciones con funciones específicas, diseñadas para evitar la concentración de poder en una sola entidad y prevenir el ejercicio arbitrario del gobierno. Sin embargo, el presidente parece estar deslizándose peligrosamente hacia la autocracia, al considerarse a sí mismo como el Estado en su totalidad.
La insistencia del presidente en reformar la Constitución para permitir que los miembros del Poder Judicial sean elegidos por la fuerza política mayoritaria, actualmente su partido, es vista como un intento claro de subordinar un poder independiente a sus propios designios. Esto ha generado una creciente preocupación entre aquellos que valoran la separación de poderes como uno de los pilares fundamentales de la democracia.
En resumen, las acciones y declaraciones del presidente durante las festividades del Grito de Independencia han agudizado las preocupaciones en torno a su enfoque autoritario y su deseo de consolidar un poder presidencial que socave los otros poderes del Estado. Las alarmas continúan sonando en México mientras el país enfrenta estos desafíos a su sistema democrático, recordando la importancia de mantener una división de poderes fuerte y efectiva.