Víctor Hugo Espíndola, investigador del SSN, explica por qué en esta ocasión los daños en la capital no fueron catastróficos como en 2017.
Sismo de mayor intensidad, pero con menos daños
Este 19 de septiembre se conmemoraron los sismos de 1985 y 2017, catástrofes naturales que dejaron severos daños a la infraestructura de distintas ciudades del país, así como miles de personas fallecidas. Este 2022, contra toda probabilidad, se volvió a registrar un temblor de magnitud 7.7 en la misma fecha, más grande que del 2017, que fue de 7.1, aunque menor al de 1985, de 8.1.
Sin embargo, la diferencia más notable respecto a los movimientos telúricos pasados es que en esta ocasión no se reportaron caídas de edificios o afectaciones de gravedad en las estructuras de construcciones de la Ciudad de México. ¿Por qué?
El investigador del Servicio Sismológico Nacional, Víctor Hugo Espíndola, aclara que uno de los factores para que la CDMX no haya resentido de manera fatal el sismo de ayer fue la distancia al epicentro, ubicado en el municipio de Coalcomán, Michoacán.
Magnitud y distancia, las claves
Espíndola refiere que las ondas sísmicas se atenúan al recorrer diferentes distancias. En el caso de 2017, el epicentro estuvo a solo 100 kilómetros de la Ciudad, mientras que Coalcomán, epicentro del temblor del lunes, queda a 451 kilómetros de distancia.
“A pesar de que fueron el mismo día y prácticamente la misma hora. El sismo de 2017 ocurrió a 100 kilómetros al sur de la Ciudad de México, prácticamente lo tuvimos aquí abajito. Mientras que el de esta ocasión lo tuvimos exactamente a 451 kilómetros de la ciudad”.
Ahora bien, comparado con el de 1985 que también ocurrió en Michoacán, la energía sísmica liberada fue 32 veces más que la de 2017, ello explica la destrucción que se vivió en la capital del país a pesar de la distancia al epicentro.
Tipo de suelo
Por otra parte, para explicar el grado de daño a las estructuras, hay que analizar el tipo de suelo. Víctor Hugo comenta que debido a que gran parte de la CDMX está asentada en terreno lacustre, los mapas de intensidad desarrollados por ingenieros y sismólogos de la UNAM han detectado una correlación entre la franja roja de máxima aceleración de la cuenca del Valle de México y la localización de los edificios fuertemente dañados.
“La interacción y amplificación de las ondas sísmicas con esta región de la cuenca sedimentaria provocaron los daños. Además de la amplificación de las ondas, la duración del movimiento del suelo es también mucho mayor dentro de los sedimentos blandos […] Por esta razón, tanto la violencia de las sacudidas como su duración en la zona de transición y de lago son las causantes de la destrucción.”
Con información de El Sol de México, Gaceta UNAM.