El Tren Maya, supuesto emblema de la modernización y el progreso propuestos por la administración actual, se enfrenta a una crisis que desafía su promesa de avance. Un mes antes del incidente que vio a uno de vagones descarrilarse, señales alarmantes fueron desatendidas, dejando al descubierto una cadena de negligencias y deficiencias en la construcción de la infraestructura vital para su operación.
Una revisión exhaustiva realizada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), bajo el código 2022-3-21W3N-22-0113-2023, reveló el 6 de febrero de 2024 que el tramo afectado, que incluye la estación Tixkokob en Yucatán, estaba lejos de cumplir con los estándares de calidad estipulados en el proyecto. Esta auditoría inspeccionó meticulosamente la plataforma y la vía férrea del Tramo 3, extendiéndose de Calkiní a Izamal, cruzando los estados de Campeche y Yucatán. Los hallazgos fueron inquietantes: deficiencias en la superestructura, erosión material en los taludes, desprendimientos en durmientes de concreto y una falta preocupante de supervisión en la ejecución de los trabajos.
Más allá de las fallas físicas, la ASF identificó problemas en la gestión financiera y administrativa del proyecto. Se destacaron pagos excesivos en la elaboración de proyectos para estaciones y paraderos, así como en el Tramo 2, donde se señalaron tres instancias de responsabilidad administrativa por irregularidades en la infraestructura desde sus cimientos.
Las anomalías no se limitaron a un segmento del proyecto. Desde el Tramo 1, que conecta Palenque con Escárcega, hasta el Tramo 7, de Chetumal a Escárcega, la ASF documentó una serie de irregularidades que incluyen deficiente planeación, incumplimiento de normativas aplicables y omisión en la verificación de los trabajos de construcción.
Incluso en la modernización de la autopista Mérida-Cancún, dentro del Tramo 4, la ASF encontró deficiencias de calidad en el pavimento, pagos indebidos y falta de sanciones aplicables ante los incumplimientos detectados.
La ASF estima un probable daño al erario de 785 millones 260 mil 300 pesos en 10 auditorías al Tren Maya, revelando un panorama de gestión cuestionable en una de las obras insignias del presidente López Obrador.
La cadena de deficiencias y negligencias en el desarrollo del Tren Maya no solo pone en riesgo la seguridad de sus operaciones futuras sino que también mancha la visión de progreso que prometía. La falta de atención a las advertencias previas al descarrilamiento es un llamado de atención sobre la importancia de la supervisión, la calidad y la transparencia en proyectos de esta magnitud. La historia del Tren Maya, hasta ahora, es un recordatorio de que el verdadero progreso se construye sobre la base de la responsabilidad, la integridad y el compromiso con la excelencia.
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