En una espectacular muestra de falsa austeridad republicana, al menos 138 funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la Secretaría de Turismo (Sectur) no solo han redefinido lo que significa ser austero, sino que también han elevado el concepto al nivel de lujo. Sí, estimado lector, mientras a usted probablemente le preocupan los finales de mes, estos elegidos del erario disfrutan de las delicias del crédito premium con tarjetas American Express pagadas con el erario público que ostentan créditos de hasta 3.5 millones de pesos por tarjeta. ¡Hablemos de estirar el presupuesto!
Según una investigación por El Sol de México, estos privilegiados burócratas, incluyendo a pesos pesados como Rogelio Ramírez de la O, Secretario de Hacienda; Gabriel Yorio González, Subsecretario de Hacienda; y Wilhem F. Hagelsieb Garza, Encargado del área de comunicación de la dependencia, pueden darse el lujo de no preocuparse por pequeñeces como los límites de gastos. Después de todo, ¿qué son 484 millones de pesos en total entre las tarjetas autorizadas entre amigos contribuyentes?
Esta “sencilla” modalidad de gastos cubre desde una modesta cena hasta viajes internacionales, todo en nombre de la labor pública. ¿Y qué mejor manera de representar a la nación que a través del brillo de una tarjeta que cuesta más en intereses que la mayoría de los mexicanos ganan en un año?
Por si fuera poco, en lugar de procedimientos tediosos como licitaciones, parece que estos plásticos dorados se entregan bajo el criterio más sofisticado de todos: la necesidad burocrática. No hay registro de alguna competencia abierta para decidir qué banco tiene el honor de financiar estos gastos. Claro, porque ¿quién necesita transparencia cuando se tiene tanto estilo?
Mientras tanto, la Sectur no se queda atrás, con seis tarjetas exclusivas que seguramente se usan para promover los encantos turísticos de México, evidentemente en lugares que probablemente el común de los mortales solo pueda ver en postales. Entre los titulares figuran altos cargos como el propio Miguel Torruco, Secretario de Turismo, marcando el ritmo de esta sinfonía de gastos.
En un brillante contraste, la SRE nos recuerda que es posible manejar viáticos a la antigua, con depósitos directos y comprobaciones. Qué concepto tan radical: ¡comprobar gastos!
Fernando Galindo, exsubsecretario de Egresos, resumió perfectamente esta situación al señalar que tener una de las tarjetas más caras del mercado es, por alguna razón que escapa al sentido común, esencial para la alimentación diaria de nuestros nobles funcionarios. Al parecer, la austeridad en la 4T viene con un toque de lujo que la mayoría solo puede soñar.
Y no olvidemos que mientras algunos funcionarios disfrutan de beneficios como bonificaciones por compras en el extranjero y acceso exclusivo a salas de espera en aeropuertos, el resto de los mexicanos se aprieta el cinturón y enfrenta la realidad económica del país.
¡Salud, queridos lectores! Brindemos por una austeridad tan llena de ceros a la derecha que incluso Midas se sentiría intimidado. Aparentemente, en el diccionario de la 4T, “austeridad” debe estar justo al lado de “opulencia”. ¡Qué tiempos para estar vivo!
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