La aprehensión de Verónica Razo se ha convertido en un caso paradigmático del uso indiscriminado de la prisión preventiva como medida cautelar.
Actualmente son casi 100 mil las personas privadas de su libertad que aún no tienen una sentencia. Verónica Razo es una de ellas y once años después de haber sido detenida, su caso se ha convertido en un ejemplo del uso indiscriminado en los tres últimos sexenios de la prisión preventiva como medida cautelar y ha demostrado una vez más que los vicios del sistema de justicia en México persisten.
El Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP), el cual lleva su caso, informó Verónica teína 32 años cuando fue víctima de detención arbitraria, tortura física, psicológica y sexual por parte de los agentes de la Policía Federal que la detuvieron. No obstante, este lunes Netzaí Sandoval, titular del IFDP, informó a través de un mensaje de Twitter que Verónica continuará en prisión preventiva:
“Lamento informar de que el Juez Octavo de Distrito en el Estado de México, con residencia en Naucalpan, nos negó el cambio de medida cautelar. Verónica Razo seguirá más tiempo en prisión preventiva oficiosa. Se argumentó que no tenía comprobantes de domicilio recientes”, escribió.
Según un informe del Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de Naciones Unidas, la aprehensión de Verónica ocurrió poco después del mediodía del 8 de junio de 2011 y los abusos comenzaron mientras la trasladaban a las instalaciones de la Policía Federal: “fue desnudada contra su voluntad, recibió descargas eléctricas en zonas sensibles y fue abusada sexualmente por los agentes”. El maltrato al que fue sometida la llevó un par de días después al hospital, donde permaneció durante tres días.
“La trataron de asfixiar con una bolsa en la cara, le golpearon en el estómago y los glúteos, y la insultaron constantemente con el fin de doblegar su voluntad, humillarla”, señala el informe.
Casi al mismo tiempo, la Policía Federales detenía también a su hermano, Erick Razo, quien fue torturado en las instalaciones de la dependencia, donde “le propiciaron golpes, descargas eléctricas y lo provocaron tapándole la cara con su camiseta y echándole agua encima”. Como resultado de la tortura, ambos hermanos pasaron más de una década en prisión, hasta que en junio de este 2022 Erick fue absuelto por las “múltiples violaciones procesales y de derechos humanos en el caso”. Sin embargo, Verónica permanecerá en prisión, cumpliendo una condena de 25 años.
“Ambos fueron obligados a autoincriminarse por la supuesta planificación de un secuestro, del cual ellos tenían total desconocimiento. Para lograr dicha autoincriminación, se alega que obligaron a la señora Razo a observar cómo apuntaban a su hermano con un arma de fuego, además de golpearla e insultarla. Al señor Razo lo amenazaron constantemente con que lo matarían junto a su hermana, y violarían a su madre e hija”.
Con información de El País
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