10 de mayo ¿Cómo han sido las maternidades en pandemia?

La labor de crianza en esta pandemia no ha sido fácil. Muchas mujeres se han tenido que enfrentar a la violencia estructural y a las desigualdades históricas que nada tienen que ver con la felicidad y plenitud que vende la mercadotecnia.

Mujeres que se convirtieron en madres durante la pandemia

El terror al contagio, la incertidumbre y la soledad fueron parte de los sentimientos que nutrieron las experiencias de miles de mujeres que tuvieron que llevar sus embarazos o dar a luz en confinamiento a causa de la pandemia por COVID-19.

Para algunas fue su primer embarazo, para otras el segundo, tercero o cuarto, así que ellas además de lidiar con el proceso también tuvieron que triplicar jornadas de trabajo no remunerado en casa acompañando clases, haciendo labores domésticas o, si son jefas de familia, procurar los ingresos.

Para todas ellas ha sido una temporada dura. Muchas sin una red de apoyo que las ayude a sobrellevar esta etapa con las visitas al médico, los cambios en su cuerpo y estilo de vida. Todo tuvo que ser a distancia, en soledad.

Lo más difícil de tener un bebé en pandemia fueron las citas con el doctor, los ultrasonidos, las consultas. Todo lo hice yo sola, no dejaban pasar a mi esposo porque no podían entrar dos personas. El parto también lo viví sola. La idea era que mi esposo viera el nacimiento de la niña y no se pudo.”

Yoali para Animal Político

Siento que no pude disfrutar mi embarazo al 100 porque salía superpoquito, solo a caminar con mi perra en las mañanas, cuando casi no había gente. Ahorita que Nico ya está más grande, lo más complicado ha sido balancear la vida del home office con las clases en línea de mi hija y el cuidado del bebé, porque mi esposo y yo tenemos trabajos de tiempo completo.”

Melissa para Animal Político

Todo el tiempo tuve miedo de contagiarme y no saber cómo le afectaría a mi bebé; que incluso yo fuera uno de esos casos que necesitara hospital y cuidados intensivos. Mi mente siempre se iba a lo más negativo que pudiera pasar. Definitivamente estar encerrada y sin socializar recrudeció la tristeza, los miedos y el no saber qué venía.”

Mildred para Animal Político

La idealización de la maternidad perpetúa las desigualdades

En la historia, el rol de madre suele representar la máxima aspiración para cualquier mujer. Junto al amor romántico, la maternidad se presenta como ideal y destino, rodeada de un halo permanente de entrega, sacrificios, abnegación y amor incondicional.

Cuando se dice que alguien es buena o mala madre hay detrás todo un sistema, una institucionalización de la maternidad, que dicta cuáles son los “mandamientos” que se deben cumplir sin tener en cuenta las condiciones sociales, económicas o culturales. En el contexto concreto de la pandemia en el que muchas mujeres han tenido que compaginar la crianza con labores del hogar y además trabajar, la presión es abrumadora. Los sentimientos al respecto oscilan entre la culpa, la rabia, la tristeza, miedo e incertidumbre.

Teletrabajar y cuidar de los hijos ha causado estragos en las familias, porque estas dos tareas son en sí mismas incompatibles. Ambas requieren concentración y atención exclusiva, tanto más cuando son pequeños los niños y más complejos los trabajos. Y al no poder hacer ninguna de ellas con la calidad que nos gustaría, han aparecido todos esos sentimientos de culpa: culpa por no atenderles bien, por hablarles mal, por no tener ganas de leerles un cuento, por la sensación de no llegar a nada, por esa malentendida necesidad de pasar tiempo de calidad con nuestros hijos, por la necesidad de querer tiempo para nosotros mismos y por miles de cosas más, tanto por las que hacemos como por las que no”.

 Sara Tarrés

En este sentido, es oportuno hablar de cómo la crianza debe ser una labor compartida, corresponsable, no una asignación directa e irrevocable de las mujeres; quienes al tratar de cumplir estas expectativas imposibles renuncian a su individualidad, a otras facetas que forman parte de su desarrollo como personas.

Por ejemplo en el ámbito profesional y laboral. En Latinoamérica las mujeres que son madres ganan 13% menos que las que no lo son, y esta brecha se amplía en 21% si la madre tiene hijos menores de cinco años. ¿Por qué?

Estas deben realizar una compensación entre el tiempo dedicado a su empleo y a su familia, perdiendo capacidades laborales tales como la educación, la experiencia y el saber hacer”.

No obstante que la fuerza laboral de las mujeres aumentó de 35% en 1980 a 53% hoy en día, de acuerdo a datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), esta situación violenta los derechos básicos de las mujeres, ya que no pueden lograr su autonomía económica ni acceso a mejores puestos de trabajo acorde a sus intereses y competencias.

No es amor, es trabajo

Desde una perspectiva de género se necesita que el Estado también asuma su parte en la responsabilidad de los cuidados. De la misma manera que se debe hablar en la misma proporción de la paternidades, no como una “ayuda”, sino como corresponsabilidad.

La pandemia ha ocasionado que las madres de familia estén sometidas a múltiples jornadas que no sólo tienen que ver con los cuidados de la vida y el trabajo productivo. A partir de la pandemia, se sumaron la educación formalizada de hijas e hijos y, en algunos casos, el cuidado de personas enfermas de la COVID-19, lo cual ha ocasionado desgaste ocupacional y distintas afectaciones en la salud mental.”

Ana Paola Sáenz, académica del Departamento de Psicología de la Ibero

De acuerdo a México Cómo Vamos, durante la pandemia las mujeres dedicaron, en promedio, al menos 40 horas semanales al trabajo doméstico y a cuidados no remunerados; el doble que los hombres destinan a estas actividades.

De haber recibido ingresos por ello, la masa salarial en el primer trimestre de 2020 hubiese sido 112,869 millones de pesos más alta, equivalente a más del 33% .

Esta cifra es tres veces el presupuesto asignado al Tren Maya en 2021; el doble de lo aprobado para Dos Bocas; y equivale a 5 veces el presupuesto destinado al Aeropuerto Santa Lucía.”

Deuda histórica

Este 10 de mayo, no se trata de colocar como superheroínas a las mujeres que, ante el vacío de programas y políticas públicas por parte de los gobiernos, han hecho de todo para mantener a sus familias a flote.

Muchas mujeres no pudieron ni siquiera adoptar el confinamiento, tuvieron que arriesgarse en las calles durante la pandemia para seguir generando ingresos. Otras, como las que se dedican al trabajo del hogar, perdieron sus empleos.

Debemos reconocer que se tiene una deuda histórica con las mujeres que han sostenido, resistido y sobrevivido a sociedades hostiles, a economías precarizadas con brechas salariales abismales, estereotipos en los que se condena un aborto pero no paternidades ausentes. Se rechaza a niñas y niños pero no hay infraestructura adaptada a sus necesidades.

Con información de El Tiempo, El País, Animal Político, FES México, México Cómo Vamos.

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