Historias ciudadanas: Ana ante las mil excusas para no salir a votar
En el centro del bullicio de la Ciudad de México, Ana, una joven universitaria que acaba de cumplir 18 años, se encontraba sentada en un café con sus amigos. Mientras disfrutaban de sus bebidas y reían juntos, Ana no podía sacar de su mente una preocupación que la había estado persiguiendo durante días: las elecciones que se avecinaban el 2 de junio. ¿Quiénes eran estos candidatos? ¿Cuáles son sus propuestas para mejorar México? ¿Por qué la gente evita hablar de las elecciones?
Ana sabía la importancia de votar pero la frustraba que siempre que traía el tema se encontraba con un “no hay que hablar de eso”, “es lo mismo de siempre” y hasta “¿para qué votar? Siempre es lo mismo”. No sabía qué hacer al ver la apatía que muchos de sus amigos mostraban hacia el proceso electoral. Decidió que era hora de cambiar algo.
Con un suspiro, Ana decidió abordar el tema con sus amigos. “Chicos, sé que las elecciones no son el tema más emocionante del mundo, pero realmente creo que es importante que todos nosotros votemos el 2 de junio”, comenzó, buscando captar su atención.
Sus amigos la miraron con curiosidad, esperando a ver qué tenía que decir, pensaron que era broma. Ana continuó con entusiasmo: “Nuestro voto es nuestra voz. Es la manera en que podemos influir en el futuro de nuestro país y en las decisiones que nos afectan a todos. No podemos quedarnos al margen y dejar que otros decidan por nosotros”.
Uno de sus amigos levantó una ceja con escepticismo. “Pero Ana, ¿realmente importa? ¿No es solo un voto entre millones?”
Cada voto cuenta
Ana sonrió, preparada para abordar esa objeción. “Cada voto cuenta”, explicó. “Piénsalo de esta manera: si todos pensamos que nuestro voto no importa y decidimos no votar, entonces estamos permitiendo que otros decidan por nosotros. Pero si cada uno de nosotros vota, estamos contribuyendo a construir un país más justo y representativo”.
Otro amigo intervino, con una mueca de duda en el rostro. “Pero no estoy seguro de por quién votar. Todos los políticos parecen iguales”.
Ana asintió, comprendiendo su preocupación. “Entiendo que pueda ser confuso, pero tenemos que investigar y educarnos sobre las diferentes opciones. No podemos permitir que la desinformación nos impida ejercer nuestro derecho al voto. Además, si queremos cambios reales en nuestro país, debemos participar activamente en el proceso político, incluso si eso implica tomar decisiones difíciles”.
Después de un momento de reflexión, otro amigo habló, esta vez con un brillo de interés en los ojos. “Supongo que tienes razón, Ana. Nunca había pensado en ello de esa manera. Tal vez deberíamos informarnos más y luego votar juntos el 2 de junio”.
La pequeña gran diferencia
Ana sonrió, sintiendo un alivio inmenso. “¡Exactamente! Podemos hacer una pequeña diferencia juntos. Además, sería divertido ir a votar como grupo. Podríamos celebrar después y sentirnos orgullosos de haber hecho nuestra parte por nuestro país”.
Con el ánimo renovado y una nueva determinación en sus corazones, Ana y sus amigos pasaron el resto de la tarde discutiendo sobre política, investigando a los candidatos y haciendo planes para votar juntos en las próximas elecciones.
El 2 de junio, el grupo de amigos se reunió temprano en el centro de votación. Con sonrisas en sus rostros y esperanza en sus corazones, emitieron sus votos con orgullo, sabiendo que estaban contribuyendo a construir un futuro mejor para México.
Después de votar, se dirigieron a celebrar con tacos y refrescos, compartiendo historias sobre sus experiencias en el proceso electoral y planeando cómo seguirían participando activamente en la vida política de su país.
Al final del día, Ana se sintió increíblemente agradecida por el apoyo y la participación de sus amigos. Sabía que, juntos, habían hecho una pequeña pero significativa diferencia, y eso era todo lo que importaba.