En México, el narcotráfico no es solo un problema de seguridad, es también una cuestión de empleo y exclusión social. Según un reciente informe de la revista Science, los cárteles de la droga, en particular el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, se han convertido en la quinta fuente de empleo en el país, dando trabajo a aproximadamente 175 mil personas, superando a empresas como Pemex y Grupo Salinas. Este fenómeno, innegablemente alarmante, pone de relieve la magnitud del crecimiento y la expansión de estos grupos criminales en la última década.
Los Jóvenes, un blanco vulnerable
La experta en temas de migración, seguridad y prevención, Eunice Rendón, afirma que entre las poblaciones más susceptibles a este tipo de empleo se encuentran los jóvenes, especialmente aquellos que enfrentan la falta de alternativas para construir un futuro. En México, aproximadamente 6 millones de jóvenes de entre 18 y 29 años no estudian ni trabajan. La falta de oportunidades laborales, combinada con la carencia de habilidades necesarias para ingresar al mercado laboral, coloca a esta población en una posición precaria en la que el narcotráfico se presenta como una opción tentadora de desarrollo social y económico.
En su artículo titulado “La empresa del narcotráfico en el país de la exclusión” publicado este viernes en el periódico El Universal, Rendón afirma que no es coincidencia que, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la primera causa de muerte entre las personas de 15 a 40 años en México sea el homicidio. En áreas con factores de riesgo significativos, los jóvenes tienen grandes aspiraciones pero escasos medios para alcanzarlas. Además de enfrentar carencias fundamentales para su desarrollo humano, tienen fácil acceso a armas y drogas, la presencia de pandillas y grupos delictivos, y un entorno en el que existen normas morales que legitiman las conductas criminales.
Educación y cultura del crimen
Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), más de la mitad de los jóvenes en su último año de educación media superior en México muestran bajos niveles de perseverancia y empatía, lo que los lleva a abandonar el sistema educativo. La maquinaria de reclutamiento de grupos criminales opera en la construcción cultural arraigada en comunidades con vulnerabilidades sociales y delictivas, dando forma a una percepción de pertenencia atractiva. Ya no se trata de una subcultura, sino de una cultura que incluye hábitos, instituciones, estatus y elementos simbólicos que conforman una identidad. Esta construcción cultural contribuye a la percepción de los grupos delictivos como una “forma de vida”.
Desarrollar alternativas y protección
Es crucial quitarle manos al crimen. Esto implica la implementación de políticas específicas y la creación de oportunidades sociales, educativas y profesionales dirigidas a la juventud más vulnerable. Es necesario considerar los contextos de exclusión y estigmatización que a menudo enfrentan estos jóvenes. Debe generarse alternativas y factores de protección en las áreas más necesitadas, reconociendo que la falta de oportunidades es un problema estructural, no coyuntural.
Los jóvenes carecen de competencias disciplinarias y socioemocionales básicas, por lo que programas como “Jóvenes Construyendo el Futuro”, que ofrece solo una pasantía y 3,600 pesos mensuales, resultan insuficientes. Urge implementar herramientas para identificar y atraer a los jóvenes con mayor riesgo de involucrarse en actividades delictivas, incorporando recursos humanos que, debido a sus experiencias de vida, puedan despertar su interés de manera efectiva y duradera.
Transformar la percepción y la unión
Es fundamental que las acciones se centren en el desarrollo de la pertenencia, la identidad, las habilidades para la vida y la atención emocional. Las políticas deben buscar replicar la complicidad y la unión que a menudo se generan dentro de las pandillas o grupos criminales, transformándolas en organizaciones barriales, cohesión social y eficacia colectiva.
Un esfuerzo en múltiples frentes
La lucha contra el narcotráfico en México requiere la participación de todos los sectores de la sociedad. Debe ser un esfuerzo multidimensional que aborde no solo los síntomas, sino también las causas profundas que alimentan este complejo problema.
El artículo de Eunice Rendón, “La empresa del narcotráfico en el país de la exclusión”, destaca la necesidad de tomar medidas concretas y focalizadas para enfrentar la creciente influencia de los cárteles de la droga en México y ofrecer a los jóvenes vulnerables una alternativa real para un futuro más promisorio.