El panorama político y social de México se presenta hoy más polarizado que nunca. Según Demetrio Sodi en su artículo “¿Cómo vamos?” para El Economista, la nación está visiblemente dividida en dos grandes grupos: aquellos que aprueban la gestión del gobierno actual y aquellos que la rechazan rotundamente. Para más de la mitad de la población, el país avanza positivamente bajo las políticas actuales, lo cual se refleja en su intención de voto para mantener el rumbo. Por otro lado, una gran parte de la ciudadanía percibe un fracaso rotundo en la administración presente, clamando por un cambio urgente debido a la percepción de un país “destrozado”.
Esta división no es un fenómeno nuevo en la política mexicana, pero sí destaca por la intensidad del desacuerdo entre los ciudadanos. Durante las épocas dominadas por el PRI, la continuidad del partido en el poder rara vez se cuestionaba, independientemente de las crisis económicas y políticas que surgieran. Sin embargo, el cambio de milenio trajo consigo una dinámica diferente, donde los resultados gubernamentales dejaron de ser el único criterio para decidir la permanencia o cambio de poder.
La política económica ha jugado un papel central en la configuración del actual escenario político. A lo largo de los últimos 36 años, las estrategias económicas implementadas han promovido, según Sodi, una reducción del poder adquisitivo y una concentración de la riqueza sin precedentes. Este contexto ha servido de telón de fondo para que figuras como López Obrador cuestionaran las políticas previas y apelaran a un sector de la población que se sentía marginado, bajo el lema “primero los pobres”.
A pesar de enfrentar un “sexenio perdido” marcado por desafíos como la pandemia y conflictos internacionales, el actual gobierno ha mantenido un nivel de apoyo notable. La clave de este apoyo radica en las mejoras en los ingresos y los programas sociales que, según señala Sodi, han logrado que la mayoría de la gente esté mejor ahora que hace seis años. Esta percepción positiva se sostiene a pesar de los problemas no resueltos y agravados, como la seguridad.
La próxima elección se presenta como un referéndum sobre el rumbo actual del país. La decisión de los votantes reflejará no solo su satisfacción o insatisfacción con el gobierno actual, sino también su visión de futuro para México. La pregunta sobre “¿cómo vamos?” se convierte así en una meditación colectiva sobre la dirección en la que los ciudadanos desean moverse.
La realidad es que, más allá de las cifras macroeconómicas, la vida diaria de las personas se ha transformado, para bien o para mal, bajo la administración actual. Este cambio de perspectiva, donde se considera tanto la macroeconomía como la situación personal de cada individuo, será crucial en las urnas. La decisión de continuar en la misma dirección o buscar un cambio será determinante para definir no solo los próximos años, sino posiblemente las próximas décadas de política en México.
Este análisis, inspirado en las observaciones de Demetrio Sodi, invita a una reflexión profunda sobre la dinámica actual del país y lo que está en juego en las inminentes elecciones.
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