En el pintoresco escenario del centro histórico de Guadalajara, conocido por su rica cultura y arte, Andrea, una joven de 23 años, comparte la anécdota que estuvo a punto de truncar su tan ansiada graduación universitaria.
Andrea, originaria de la costa del Pacífico, se mudó a Guadalajara hace más de cuatro años y medio para perseguir su pasión por el arte y la historia. Recién graduada, nos cuenta la historia de cómo su credencial de elector se convirtió en la clave para asegurar su futuro profesional.
A solo unos pasos del Museo Cabañas, un ícono en el corazón de la ciudad, Andrea estaba a punto de culminar su carrera universitaria en arte, pero un requisito crucial amenazaba con truncar su sueño. Necesitaba una firma de sus prácticas profesionales realizadas en el museo.
Un día que parecía tranquilo se convirtió en una odisea. Al llegar al museo, se encontró con una exposición especial que había querido visitar durante semanas. Ante la multitud, decidió ir primero a las oficinas y luego volver a la exposición. Sin embargo, las nuevas políticas de seguridad la detuvieron. Debido a la exhibición, solo permitían la entrada a quienes trabajaban allí o pagaban $350.00.
La frustración se apoderó de Andrea cuando se dio cuenta de que olvidó su cartera en casa. Con la entrada en juego, el guardia de seguridad no cedía. Sin dinero, no podía pagar la entrada, y sin la firma antes de las 2 de la tarde, su graduación estaba en peligro.
La situación parecía desesperada hasta que los guardias le hicieron una pregunta inesperada: “¿Tienes tu credencial de elector?”. Su respuesta afirmativa desencadenó un suspiro de alivio. La credencial, encontrada en una búsqueda frenética en su chamarra, la salvó. Le dieron entrada gratuita y pudo cumplir con el requisito que aseguraba su graduación.
Mientras caminaba hacia las oficinas, Andrea reflexionó sobre el valor de su credencial de elector. Más allá de su utilidad en elecciones, la tarjeta se reveló como una llave que abría puertas. Su pequeña herramienta ciudadana no solo aseguró su firma, sino que también le otorgó acceso gratuito a una exposición.
La experiencia dejó a Andrea agradecida por su credencial vigente. Descubrió que esta pequeña tarjeta no solo representaba su ciudadanía, sino que también actuaba como un pase a lugares de importancia cultural y social. Un recordatorio de que la credencial de elector va más allá de la política: es una aliada valiosa en la vida cotidiana.
Si te identificas con la historia de Andrea, asegúrate de tener tu INE contigo. Corre a tu módulo más cercano antes del 22 de enero para solicitar o renovar tu credencial. Porque, como Andrea aprendió, tu credencial no solo te identifica, sino que también puede ser tu salvación en momentos clave de la vida cotidiana. ¡Tu credencial, tu poder!
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