De la inauguración a la incertidumbre económica
La reciente inauguración parcial del Tren Maya, considerado un hito en los proyectos emblemáticos del actual gobierno, plantea interrogantes sobre su impacto económico y la transparencia en la toma de decisiones. La primera fase, que conecta Campeche con Mérida y finaliza en Cancún, abarca 470 kilómetros, aproximadamente un tercio de la ruta total de mil 550 kilómetros. A pesar de la celebración, el gobierno habla de una “preinauguración” debido a la incompleta operatividad del tren y sus servicios.
Los boletos para este tramo inaugural oscilan entre mil 166 y mil 862 pesos, generando debates sobre la viabilidad económica en comparación con alternativas como el autobús, que ofrece tarifas cercanas a mil pesos con una duración de ocho horas.
De la euforia a la interrogante: ¿El Tren Maya como transformación económica real?
Aunque algunos optimistas vislumbran el Tren Maya como un motor de turismo y generación de empleo, críticos, como el investigador del CIDE, Javier Aparicio, plantean cuestionamientos sobre la asignación de recursos. Según declaraciones del secretario de Hacienda, el proyecto alcanzará un presupuesto de 500 mil millones de pesos, varias veces superior a la cifra original. La falta de documentación sobre la rentabilidad social y el impacto ambiental del proyecto alimenta la incertidumbre sobre su efectividad a largo plazo.
Aparicio destaca la importancia de evaluar proyectos de obra pública no solo en términos de costos y beneficios, sino también en comparación con otras opciones viables. La transformación real, según el investigador, debería ir más allá de la euforia inicial y considerar el impacto en áreas críticas como salud, educación y seguridad pública. La ausencia de contrapesos y rendición de cuentas plantea la pregunta: ¿Estamos aplaudiendo un elefante blanco más en la infraestructura mexicana?
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