María es enfermera en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias. Llega a su trabajo y le urge enterarse de quiénes son “los nuevos”. Hablamos un poco antes. Dice que tiene miedo. “Los pacientes que llegan los pasan a consulta y valoran su sintomatología. De ahí a observación y luego se internan en algún servicio clínico. La información que se nos da es que son probables contagios. Posteriormente se confirma, pero desde un inicio no se toman las medidas necesarias”.
La noche del 19 de marzo dice que hay cuatro casos en vigilancia en el área clínica. Esperaba que hoy llegaran más insumos, como anunciaron las autoridades federales, pero aún no ha pasado. “Nosotros como personal de salud estamos corriendo mucho riesgo”, dice.
Tampoco han llegado al hospital del IMSS donde trabaja Adriana, en Sonora. Ambas piden que no publique sus apellidos. Le preocupa que solo puede enviar a confirmar pruebas de pacientes que provengan de diez países y los estados de Washington, California y Nueva York, en Estados Unidos.
Solo en la última semana, el Sistema Único Automatizado de Vigilancia Epidemiológica registró 40,220 casos nuevos casos de infecciones respiratorias agudas en México. El mismo sistema anuncia que solo 164 fueron por coronavirus, pero los doctores no se sienten seguros con esa cifra.
“Si me llegara un paciente que viajó a Arizona, no podría hacerle nada. Si pudiera quedarme en mi casa, me quedaba, pero para nosotros no es así”, dice Adriana.
La secunda el epidemiólogo Oscar Sosa, desde San Luis Potosí: “Todas las fases tienen un número de casos. Van con cientos, miles, pero si no diagnosticas casos, cuándo vamos a llegar”.
A médicos y enfermeros, en hospitales públicos y privados, les angustia quedarse sin equipo de protección personal. También a Cruz, quien es doctora en el Instituto Nacional de Cancerología. “Hay un enorme problema, pues hay escasez mundial de cubrebocas N95. Nos han dicho que cuando sea necesario, los tendremos que reusar”.
El gobierno insiste en que hay insumos, más de 100 mil cubrebocas N95, suficientes camas y salas de terapia intensiva para atender los 10 mil 500 casos que esperan como graves, según sus estimaciones.
El neumólogo Diego Hernández, de Guadalajara, cree que son cifras alegres. Hace tres días internó a su primer paciente con coronavirus. Es un hombre de 49 años, que tuvo contacto con viajeros a Vail y pasó en una semana de no tener síntomas a una neumonía. Hernández ha cancelado su consulta privada y está aislado, atendiendo solo casos de sospecha de coronavirus.
Le preocupa que la cantidad de ventiladores pulmonares que dice tener el gobierno –poco más de 2,500– no alcanzará ni para la mitad de los casos graves que necesitarán terapia intensiva.
“Es lo peor que he visto en toda mi carrera de neumólogo. Esto no sería un problema si la tasa de infección no fuera lo que es. Ellos (el gobierno) están apostando a que la gente se contagie y no se ponga grave; eso es suicidarte, literalmente, es algo increíble y no sé si algún otro país lo intentó de esa manera, pero es un suicidio”.
Muchos de los médicos y enfermeros con quienes he hablado en las últimas semanas se enteran de la situación por las conferencias nocturnas que da el gobierno. Dicen que la información interna es escasa. “Nosotros en el hospital tuvimos una reunión y decidimos en Guadalajara que no vamos a mezclar pacientes, es un suicidio. Cuando tú saturas un hospital de una enfermedad, no deja de haber cáncer, partos, diabetes. Si los quirófanos están cerrados, la gente se va a morir”.
En la próxima semana, según todas las
estimaciones, México ingresará a la segunda fase de la epidemia, de pocos a
cientos de casos y contagio local. En medio de
tanta información y ataque político, pensemos también en lo que sienten las
mujeres y hombres en México que no podrán quedarse en casa porque estarán en
los hospitales, lidiando con la emergencia como mejor puedan. La mejor manera
de ayudarles es guardar distancia, si podemos, lavarnos las manos, siempre que
podamos, y no pensar que “esto es una gripe más”.
@penileyramirez