El presidente de la República dijo ayer, en su conferencia mañanera, que términos como Producto Interno Bruto (PIB) o crecimiento, deberían ya estar en desuso y ser sustituidos por: desarrollo y bienestar.
Igualmente, señaló que en vez de pensar en lo material debieramos pensar en lo espiritual.
Si éstas son las premisas de las cuales parte para hacerle frente a una crisis económica como la que hoy enfrentamos, entonces ni caso tiene discutir.
Ayer, el Consejo Coordinador Empresarial presentó una lista de 68 recomendaciones que resumieron tres días de discusión entre expertos, empresarios, políticos, y diversos integrantes de la sociedad.
El problema es que casi todos los análisis partieron de la base de que es una tragedia que el PIB vaya a caer en este año en más de 7 por ciento y que por lo tanto, deben emprenderse acciones de política pública para evitar ese resultado.
Pero, si esta variable resulta irrelevante y hay que ponerla ya en desuso, entonces no tiene ningún sentido, en la perspectiva del presidente de la República, tratar de impedir que caiga con esa fuerza.
Es decir, si no es grave que el paciente esté anémico sino más bien que esté ansioso, entonces, su diagnóstico prescribe darle un tecito de tila y no hierro o vitamina B.
Total, la ‘ciencia neoliberal’ no entiende bien a los mexicanos.
El presidente cree que lo importante es hacer llegar recursos a los sectores de menores ingresos y piensa que eso es posible aun si el PIB cae en picada.
Le ha dicho la jefa del SAT que todo es cuestión de cobrar bien los impuestos, y el presidente López Obrador está convencido de ello. Habrá dinero para los más pobres y para las obras consentidas. Lo demás es lo de menos.
Los argumentos no lo van a convencer. Se trata de una creencia y no de una conclusión razonada.
Cuando, en el Plan Nacional de Desarrollo, refirió de que la meta de su gobierno era lograr un crecimiento promedio de 4 por ciento para la economía en su administración, en realidad estaba haciendo esa afirmación para consumo público y para que se viera bien el documento. No porque pensara emprender políticas para conseguirlo.
Así que, si usted y yo seguimos pensando que el crecimiento del PIB es relevante, hay que prepararse para tener cifras fatídicas porque lo que las políticas emprendidas van a curar es… la ansiedad.
La dimensión de este desastre ya lo empezamos a observar, por ejemplo, en variables como la venta de autos. El día de ayer se informó que hubo una caída de 64 por ciento en la venta de automóviles durante el mes de abril. Total, los pobres no compran coches.
Pronto nos enteraremos de variaciones del mismo orden de magnitud en diferentes sectores y variables.
Y quizás lo más grave, también veremos que, pese a todos los llamados, habrá cientos de miles de empleos perdidos en el sector formal y muchos más en el informal.
Pero, no pensemos que estas mediciones son importantes. Si reflejan 150 años de ciencia económica, es que todo este tiempo la tecnocracia que la creó estuvo pervertida por el neoliberalismo.
Si estas mismas mediciones las utilizan en casi todas las naciones, es que no tienen la cultura que nos heredaron nuestros ancestros.
Y si resulta que, como resultado de esta crisis, mucha gente se empobrece, esta circunstancia le permitirá reflexionar y entender que lo verdaderamente importante no es lo material –es algo de lo que los neoliberales han querido convencer al pueblo– sino tener un gobierno honesto y dar amor al prójimo.
Respecto a lo material, ya Dios proveerá.