El ruido y el escándalo

Beatriz Gutiérrez

Javier Risco

Ayer hubo dos declaraciones escandalosas, bueno, en realidad una, la otra sólo contribuye al tradicional ruido ensordecedor de las redes sociales. Hablemos primero del ruido. La escritora y esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, publicó un tuit celebrando los dos años de la victoria de Andrés Manuel López Obrador: “Hace dos años, los ciudadanos –que somos los verdaderos guardianes de la democracia– logramos lo impensable: elecciones realmente democráticas. #1dejulio”. Hasta ahí el tuit que no iba a pasar de lo anecdótico. Como sucede en esta red social, las respuestas de sus seguidores aparecieron en segundos. Una de ellas señaló: “¿Cuándo atenderá personalmente a los padres de niños con cáncer? Gracias por su amable respuesta”, lo escribió el tuitero José David Guerra. Lo que se convirtió en un ruido estruendoso en las redes fue la respuesta de Gutiérrez Müller: “No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos”. Reclamos, apoyo, indignación, retuits, likes, condenas, insultos, hubo todo tipo de comentarios. En menos de dos horas, Gutiérrez Müller había cerrado su cuenta y borrado su tuit. Sí, se equivocó la escritora en un tema sensible y preocupante como puede ser la falta de medicamento para niños con cáncer… contestó desde el hígado. Le faltó empatía y reconocer que no fue la respuesta que esperaríamos de una persona tan cercana al Presidente y que días antes había promovido la etiqueta #ConLosNiñosNo. La brutal reacción de miles de usuarios se pudo haber atajado con una disculpa rápida; sin embargo, esta llegó horas después, en la noche. Más allá de los señalamientos a Gutiérrez Müller, la exigencia debe caer en la cancha de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, con quien se han reunido en múltiples ocasiones los padres de los niños que requieren tratamiento oncológico y NO han recibido una solución. El señalamiento también cabe en la figura presidencial, en el secretario de Salud, en tantos funcionarios que NO han hecho su trabajo y están afectando la salud de cientos de niños por todo el país, no en el tono de una respuesta desafortunada de una investigadora. En fin, repito, ruido y más ruido en nuestras redes sociales.

Lo realmente escandaloso apareció casi a la misma hora, y me refiero a la declaración del fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, en el programa de la periodista Carmen Aristegui, sobre las investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera. Los tonos del fiscal son en los que debemos poner atención. Aristegui puso sobre la mesa un comentario del especialista en temas de seguridad, el Dr. Edgardo Buscaglia, citando al titular de la UIF, Santiago Nieto, sobre la presentación de más de 100 denuncias en la Fiscalía General de la República que no han procedido o no han sido investigadas apropiadamente. La respuesta del fiscal General evidencia las asperezas entre la UIF y la FGR, que se venían señalando desde hace varios meses en distintas columnas. Con su respuesta se confirma el desencuentro Nieto-Gertz Manero: “Eso me parece absolutamente injusto, por una razón, porque si vemos los números de esas denuncias y lo que ha ocurrido con el congelamiento de las cuentas y los amparos que ha perdido y de cómo presenta unas denuncias que no están suficientemente establecidas, todas las premisas que tiene obligación de entregar, ahí hay una descalificación absolutamente injusta. Y si quieres lo tratamos cuando tú quieras para demostrar que lo que está diciendo no se apega a la realidad. La Unidad de Investigación Financiera –o como se llame– tiene la obligación de presentar una denuncia con todas las pruebas que la Secretaría de Hacienda tiene, entonces presenta la denuncia sin las pruebas de Hacienda. Tenemos que ir a la propia Secretaría a pedir las pruebas y no nos las da y después nos dicen que no avanzamos (…) y a tiro por viaje, eh, no deja (Santiago Nieto) una oportunidad de una descalificación y otra, y otra, y otra, cada oportunidad que tiene”. Ésta sí es una declaración escandalosa, una que trasciende y que expone la falta de coordinación entre dos de las oficinas más importantes para atrapar a criminales.

Falta de comunicación, falta de entendimiento, desprecio al “olvidarse” del nombre, roces declarados una y otra y otra y otra vez, así opera el engranaje –poco aceitado– de la justicia en este país. Ese es el escándalo para señalar. En medio de grandes casos pendientes como el esclarecimiento de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, o el entramado de corrupción en Odebrecht y la Estafa Maestra, está un fiscal General que critica las formas de la oficina de enfrente y le dice con tono retador a Aristegui que él puede demostrarle cuando ella quiera que tiene la razón.

Una es ruido, otra es un escándalo que tiene atascada a la justicia nacional.

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