Gobernadores también se rebelan

Salvador García Soto

La crisis del coronavirus no sólo ha desgastado la imagen del presidente López Obrador y su complicada relación con los empresarios. Entre los gobernadores de la República, con quienes no ha querido reunirse en toda esta emergencia sanitaria y sólo los ha mandado a hablar virtualmente con los miembros de su gabinete, hay varios estados que no solo cuestionan abiertamente la estrategia y la lentitud del gobierno federal para tomar decisiones, sino que han optado de plano por implementar sus propios modelos locales de contención y atención de la pandemia del Covid19.

Los casos más visibles en este rebasamiento a la Federación son los de Jalisco, Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas, Guanajuato y Chihuahua, todos ellos encabezados por gobernadores de oposición y en donde mandatarios como el emecista Enrique Alfaro, el independiente Jaime Rodríguez “El Bronco”, el priista Miguel Riquelme y los panistas Francisco García Cabeza de Vaca, Diego Sinhué Javier Corral, han tomado una actitud proactiva y protagónica en el tema de la pandemia en sus estados, con la que acusan falta de respuestas y apoyos rápidos del gobierno central a las necesidades de sus entidades y, a quererlo o no, desafían el liderazgo y la facultad federal para dictar las medidas sanitarias, sociales y económicas.

En algunos de esos estados, ubicados en regiones altamente productivas e industrializadas del país, como el corredor de Jalisco y El Bajío de Guanajuato, o el norte del país, con Nuevo León a la cabeza y con la “Alianza del Noreste” con Coahuila y Tamaulipas, mientras Chihuahua se mueve por su cuenta, también coincide que los empresarios de esas entidades han encabezado movimientos de rebelión y desconocimiento a sus líderes de las cúpulas empresariales, además de cuestionar duramente la falta de apoyos fiscales del gobierno federal.

Es el caso de Jalisco, donde primero Alfaro anunció que los empresarios jaliscienses estaban muy molestos con el presidente López Obrador y con la actitud de sus dirigentes cupulares, y horas más tarde los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial desconocieron a su dirigente Carlos Salazar, por no hacer que se atiendan sus demandas en Palacio Nacional e iniciaron con el hashtag #AJaliscoSeLeEscucha.

La rebeldía de esos estados tiene al menos tres componentes: el primero, la parte política y electoral, en la que algunos gobernadores, sobre todo los que tienen aspiraciones futuras, saben que la crisis sanitaria y económica por el coronavirus es también oportunidad para posicionarse mejor ante sus gobernados y para ganarle terreno político, ellos y sus partidos, al presidente López Obrador que difícilmente saldrá bien librado de la pandemia; segundo, la parte económica en la que hay un reclamo legítimo de que la Federación no concentre todos los recursos públicos, normales y extraordinarios, para atender la emergencia sanitaria y sus efectos económicos, y que apoye con parte de esos recursos a las entidades federativas para atender los daños que sufrirán sus estados en la parte médica y en su economía y empleo; y el tercer componente, que es el más peligroso, la histórica lucha contra el centralismo y la acumulación de poder y facultades presupuestales y hacendarias desde el centro, que se ha acrecentado con el gobierno lopezobradorista y su presidencialismo vertical, y que puede alimentar proyectos secesionistas y separatistas que siempre han estado latentes en la República mexicana.

Hasta ahora el presidente López Obrador se ha negado a tener una reunión,ya sea virtual o presencial, con todos los gobernadores, ante la negativa a aceptar que le pidan más recursos para atender la pandemia en sus estados. Ha sido de manera virtual que Olga Sánchez Cordero, la titular de Gobernación se ha estado reuniendo con ellos, junto con el canciller Marcelo Ebrard, el subsecretario Hugo López-Gatell y el coordinador Nacional de Protección Civil, David León, para explicarles las directrices federales de la emergencia sanitaria y escuchar sus dudas, peticiones y reclamos.

Y casi todos los gobernadores, incluidos los que asumen una actitud más crítica y desafiante en esta coyuntura, coinciden en pedir tres cosas: más claridad y certidumbre en los lineamientos federales, más apoyo de la Secretaría de Salud para la realización de pruebas y la atención del Covid en su estados, y tres, y en ese coinciden todos, la posibilidad de hablar directamente con el presidente y que acepten enviar a las entidades federativas más recursos extraordinarias para la emergencia, de los miles de millones que presume tener López Obrador entre sus ahorros y lo que sacará de fideicomisos y fondos de estabilización.

¿Será que en la emergencia por el coronavirus, lejos de la unificación, la cooperación y la solidaridad que requerimos en estos momentos para enfrentar el que todos los países del mundo definen como “el mayor desafío de su historia”, en México terminaremos más divididos y confrontados, sin un liderazgo nacional claro y hasta con una República fragmentada y escindida?

NOTAS INDISCRETAS… 

Los empresarios más importantes de Nuevo León, que forman el Grupo Monterrey, le pidieron el martes al presidente López Obrador que contrajera deuda pública por 1 billón de pesos para que invierta en un programa de apoyo y rescate a las pequeñas y medianas empresas para salvarlas de una crisis de insolvencia que mandaría a millones de trabajadors y empleados al desempleo y a la pobreza. “México tiene margen para adquirir deuda y aumentar el déficit de manera responsable”, le sugirieron los capitanes de Vitro, Alfa, Cemex, Xingux y Frisa. La cara del presidente, dicen, fue de sorpresa al escuchar la cifra de endeudamiento que sugerían los empresarios Adrián Sada, Lorenzo Zambrano, Juan Ignacio Garza, Eduardo Garza y Armando Garza Sada, quienes le advirtieron que el nivel de deuda era pagadero y que más costoso le saldría al país el cierre y la quiebra de las pymes que representan más del 60% del empleo nacional. Esa deuda social y de desempleo, sí sería impagable. Por lo que ayer dijo en la mañanera y el tono con el que se refirió a las peticiones del empresariado, se ve que la sugerencia del Grupo de los 10 le entró por un oído y le salió por otro al señor presidente, que no piensa adquirir deuda para ayudar a nadie…Toda la cortesía y el trato político, el diálogo y el apoyo que siempre le dio al presidente y a su 4T, y que hasta le valieron ser señalado como un dirigente “pro-AMLO” y cuestionado por sus agremiados, no le valieron de mucho a Carlos Salazar, presidente del Consejo Coordinador Empresarial. El presidente López Obrador ayer no sólo lo desconoció en su mañanera y le restregó que “no daremos condonaciones fiscales ni prórrogas”, sino que además lo trató como un “cobrador de impuestos” y le dijo que en vez de andar pidiendo planes de ayuda del gobierno a las empresas, “le voy a mandar una lista de empresas que adeudan sus impuestos para que nos ayude a cobrarles”. Esa pareció ser la respuesta, molesta y muy descortés del presidente, al ingeniero que desde que llegó al cargo se mostró siempre afín a los acuerdos con el gobierno, pero que ante la presión de sus dirigentes en los estados, que amenazaban incluso con desconocerlo, tuvo que definir su lealtad para con su gremio…Y ayer, después de que el CCE anunciara que ante la falta de apoyo del gobierno impulsarían su propia alianza con obreros y empresas para salvar el empleo, se anunció un esquema promovido por el Consejo, junto con la Coparmex y la CTM para una “alianza tripartita” en favor del empleo, en la que, todavía consideraron incluir al gobierno federal, aunque advirtieron que “si el presidente no quiere” será solo una alianza bipartita. Parece que López Obrador ya decidió que ahora sólo habla y escucha a los grandes empresarios y que a los medianos y pequeños no les dará nada…Aunque su director Zoé Robledo quiera negarlo y tapar el sol con un dedo, el IMSS se está volviendo el mayor riesgo del sector Salud al convertirse varios de sus hospitales y clínicas en “focos de contagio” del coronavirus ya no sólo con decenas de médicos, enfermeras, camilleros y otros trabajadores contagiados, sino con al menos tres muertos por Covid-19 entre su personal médico. Ya no sólo es el caso del Hospital Regional 7 de Monclova, donde han muerto tres trabajadores de salud, sino que ayer se sumaron denuncias de contagios en Hospitales del IMSS en Tlalnepantla, Estado de México, en Morelos y en Baja California Sur. La situación es delicada y en lugar de andar negándolo y acusando a quienes denuncian, bien haría Zoé Robledo en revisar lo que falló y por qué tantos trabajadores del seguro se quejan y denuncian, lo mismo en videos de reuniones internas del Centro Médico Nacional, que en manifestaciones en las calles de varias ciudades, que no les han dado ni los insumos y las medidas de seguridad necesarias para protegerse, ni la capacitación adecuada para tratar a los enfermos contagiados de coronavirus, además de que las instalaciones hospitalarias no fueron debidamente equipadas y adecuadas para la emergencia. No vaya a resultar que el IMSS, que durante décadas ha sido el símbolo de la salud y la seguridad social de varias generaciones de mexicanos, hoy en plena pandemia mundial se convierta en un símbolo de contagio e irresponsabilidad…Se lanzan los dados. Capicúa y repetimos el tiro.

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