Frente a la crisis y la indignación por la reciente ola de feminicidios y la falta de eficacia de la autoridad, los diputados y diputadas (todos menos una que estuvo muy bien) decidieron salir en la foto con una medida que no arregla en nada el problema: aumentar la pena.
Tienen tan poca idea del asunto, o más bien les importa en realidad tan poco el asunto, que el aumento de la pena es para el Código Penal federal, cuando el problema está en las fiscalías y la justicia local, que es la que lidia con los homicidios de mujeres y feminicidios. Es decir, mínimo impacto.
¿Para qué estudiar el problema? ¿Para qué leer lo mucho y muy bueno que se ha investigado y escrito en México sobre el asunto? ¿Para qué?
Lo que importa es tener una frase para poner en el Twitter, hacer creer a alguien que estamos haciendo algo, y venga otra cosa.
Me pregunto si todos aquellos que no pertenecen al Partido Verde se dan cuenta de lo mucho que se parecen al Partido Verde cuando proponía con igual falta de pudor la pena de muerte; entonces para secuestradores, porque esa era la crisis mediática.
En un país en el que nueve de cada 10 homicidios (sean de hombres o de mujeres) queda impune, ¿qué se les ocurre a los diputados? Aumentar las penas.
Pensé en poner aquí un listado de documentos que comprueban que el aumento de las penas no incide en delitos mayores, pero luego pensé, qué tonto; lo saben, su interés es otro y no son las mujeres.
Como si todo ese absurdo fuera poco, hace unos días, la diputada Ana Laura Bernal Camarena, del PT, presentó una iniciativa para que regrese la pena de muerte a México. El principio de su propuesta empieza así (no es broma): “En el México antiguo, desde tiempos prehispánicos se aplicaba la pena de muerte, derivado del fuerte arraigo a las ideologías que dominaban en ese momento, era parte de su cosmovisión…”.
Debo confesar que el caso de la diputada lo entiendo, porque el PT quiere que seamos Corea del Norte, y ahí, por ejemplo, el año pasado, ejecutaron a dos mujeres por “actividades supersticiosas”; sí, leían las cartas.
Ahora que el populismo penal está de moda, la diputada Bernal Camarena se hará popular.