Autor: Salvador Camarena
El padre Alejandro Solalinde ni siquiera intenta dar maromas a la hora de justificar cómo pasó de ser un respetado defensor de migrantes a un oficioso vocero del gobierno que manda cuerpos policiacos y militares para correr de territorio nacional a pobres (de pobreza y de indefensos) centroamericanos.
La transmutación de este religioso ha sido tan evidente como bochornosa de observar.
Ahora, una entrevista de Solalinde con El Faro, plataforma de periodismo en Centroamérica respetada internacionalmente, desnuda sin piedad al cura. Y también, hay que decirlo, sin mucha dificultad: es el propio prelado el que reconoce que hoy su prioridad es la defensa del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, postura que el padre confunde discursivamente al decir que sobre los inmigrantes antepone a México.
He aquí que tenemos a un religioso partidista. Como se advierte en esta frase publicada el día de ayer: “Mi papel es ayudar a los migrantes, no involucrarme en ello, y mucho menos causar un problema internacional entre mi gobierno, un gobierno legítimo, y Donald Trump”.
Un hombre de fe con gobierno. Cosas del 2020. Pero Solalinde abunda: “he seguido apoyando y acompañando a los migrantes, pero, obviamente, no puedo apoyarlos en su derecho a ir al norte, porque tienen derecho a ir al norte, pero no puedo apoyarlos en este momento”.
-¿Por qué?, le cuestiona el reportero Carlos Martínez.
“Porque son muy importantes, pero México debe ser lo primero”.
El reportero pone cara de perplejidad.
“Escucha lo que te estoy diciendo. ¡Sí, absolutamente! Te lo explicaré: durante muchos años, México ha sufrido la corrupción de los regímenes que nos pisotearon y nos mantuvieron sometidos, y digo que, si no rescatamos a México, no estará allí para Centroamérica o para los migrantes, o para América Latina, o para nadie… Este es el punto. Creo en este presidente, Andrés Manuel López Obrador. También creo que las políticas que está llevando a cabo no son la mejor política pública, se tambalea y tropieza, en términos de política de inmigración. Por supuesto, pero lo entiendo, porque ni Andrés Manuel ni la Secretaría de Gobernación ni la Cancillería ni ninguno de los dos comisionados de inmigración anteriores, excepto, teóricamente, el primero (Tonatiuh Guillén), ni Alejandro Encinas (el subsecretario de Derechos Humanos, Población e Inmigración), ninguno de ellos sabe nada sobre migración. Así que su error ha sido ignorar a las organizaciones de la sociedad civil, porque el año pasado hicimos un trabajo extraordinario, teníamos doce grupos de trabajo y presentamos propuestas de política pública, y simplemente las tiraron a la basura. No escucharon”. (https://elfaro.net/en/202001/internacionales/23971/Migrants-Are-Very-Important-but-Mexico-Comes-First.htm)
Como leyeron. Solalinde está entregado a un gobierno que, al mismo tiempo, descalifica como ignorante y, palabra mía, irresponsable por desconocer la materia migratoria y encima desechar buenas propuestas de expertos.
El reportero le recuerda que “durante mucho tiempo sostuviste que los valores humanos, los llamaste valores cristianos, trascendían gobiernos y fronteras, pero ahora crees que México tiene prioridad, el gobierno de México”.
-Bueno, porque de ahí surgen los derechos humanos de los mexicanos y de los migrantes. Quiero decir, veamos, ¿por qué no me dices cuál debería ser la prioridad? ¿La prioridad debería ser defender un enorme desplazamiento de personas para que puedan continuar causando un problema internacional?
Un año antes, Solalinde había declarado al mismo periodista que México daría la bienvenida con trabajos y alternativas a los migrantes. Pero que aquellos que no quisieran esas opciones, serían respetados en esa voluntad y podrían seguir su camino.
Aunque en las últimas horas Solalinde lamentó en otras declaraciones la torpeza del gobierno al intentar prohibir a las ONG entrar a centros de detención de migrantes, lo cierto es que en todo este tiempo en que el gobierno que él defiende ha usado a la Guardia Nacional para impedir que migrantes no sólo crucen la frontera sur, sino también la norte, su voz ya no se levantó más para defender a los que antaño defendía, como si los derechos de los migrantes valieran menos que los de los mexicanos.
Hombre de dogmas, parece haber pasado de la caridad cristiana al dogma amlista de hacer todo lo que Trump diga. Sin dudar.