Autor: Enrique Quintana
Ayer por la tarde, el tipo de cambio del peso mexicano frente al dólar estaba en 18.79 pesos, lo que implica una revaluación anual de 1 por ciento.
Pocas monedas en el mundo pueden presumir este resultado. Entre los principales mercados emergentes, solo el rublo ha superado al peso mexicano.
Desde hace muchos meses he escuchado la sorpresa de diversos analistas del país que dicen: ¡cómo es posible que los inversionistas extranjeros no se den cuenta del desastre al que este gobierno está llevando a la economía de México!
Y luego dicen: nosotros estamos en el ‘ombligo’. Estamos tan cerca como es necesario para darnos cuenta de que el país va al colapso. Es cuestión de meses para que eso ocurra.
El año pasado, varios amigos, que manejan fondos multimillonarios me decían: “¡no terminará este año sin que tengamos una grave crisis cambiaria y una enorme fuga de capitales!”. Y no pasó.
Hemos pasado momentos complejos, sin embargo a poco más de un año y un mes de este nuevo gobierno, los inversionistas extranjeros siguen apostando a que es redituable invertir en activos financieros en pesos.
Una de las explicaciones de este hecho es, sin duda, el nivel de las tasas de interés que prevalece en México.
Sin embargo, independientemente del nivel de estas tasas, si existiera la expectativa de que en el lapso de algunos meses pudiera estallar una crisis, lo más probable es que muchas de estas inversiones ya hubieran abandonado los activos mexicanos para buscar otras opciones más seguras, como por ejemplo los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, como ha sido lo usual.
No ha ocurrido.
Esta condición de atractivo a las inversiones financieras del extranjero, que hemos vivido a lo largo de los últimos 20 meses, sin embargo no será eterna.
Lo que hasta ahora ha preservado la estabilidad de nuestro tipo de cambio ha sido la disciplina fiscal y la percepción por parte de los inversionistas extranjeros de que hay un compromiso irreductible del gobierno federal para mantener esta circunstancia.
El desafío que tenemos en México en este año es que en los próximos meses, cuando se conozcan las cifras de las finanzas públicas, se perciba que la recaudación viene en línea con el calendario fijado por el gobierno.
Si resulta que los ingresos por concepto de ISR e IVA van muy por abajo de lo previsto, entonces es muy probable que empiecen a surgir serias preocupaciones por parte de los inversionistas y que eventualmente valoren que mantener sus recursos en pesos puede ser una decisión de alto riesgo.
El otro factor crítico, muy mencionado desde 2019, tiene que ver con la posibilidad de que Moody’s baje la calificación de la deuda de Pemex. Cualquier baja de esta nota significaría la pérdida del grado de inversión y con ello dos de las tres más importantes calificadoras considerarían que los pasivos de Pemex son deudas chatarra.
Si usted quiere encontrar dos indicadores que seguir este año para asegurarse de que persiste la estabilidad cambiaria, póngale el acento a estos dos ingredientes: la situación financiera y el avance de los resultados fiscales del gobierno federal, que empezarán a llegar al final del mes de febrero de este año.
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