El reciente reporte de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, en torno a las actas por fallecimientos recientes en la Ciudad de México, exhibe con claridad la discrepancia con las cifras oficiales. Según la investigación, por lo menos hay tres veces más decesos relacionados al Covid en la Ciudad de México que los que contiene el informe de las autoridades. Si bien la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, reconoció desde hace días que los números no corresponden, explicó la existencia de un Consejo Dictaminador que revisa actas contra certificados de defunción para confirmar la causa de muerte de miles de pacientes. También se burló del reportero e ironizó acerca de los hallazgos de la investigación. Esa constante tendencia en esta administración por rechazar, corregir y negar la realidad.
Este gobierno, tan proclamado como transparente y auténtico, se comporta exactamente igual que todos: eludir los hechos, rechazar la evidencia que indica que algo está mal.
¿Para qué decir que los muertos por Covid son menos que los que reporta el Registro Civil? Es absurdo, porque tarde o temprano se va a saber. Pueden construir la narrativa de que todo está bien y tienen todo bajo control, pero una vez más, la terca realidad los contradice.
López Obrador declarando que “ya domamos la pandemia” justo en la semana que los casos se triplican, los fallecimientos aumentan y las curvas se elevan.
O qué le parece la afirmación de “ya rescatamos a Pemex” cuando la empresa se derrumba en una quiebra evidente, con caída en la producción y pérdidas multimillonarias que alcanzan casi los 500 mil millones de pesos en un año.
La realidad no se transforma por el discurso. La retórica pretende reconstruir los hechos y generar una narrativa exitosa, luminosa, de una “transformación nacional” que seguimos buscando por todos los rincones.
La realidad se impone a pesar de los esforzados intentos por maquillarla, esconderla, acusarla incluso de conservadora o neoliberal. Los hechos cotidianos no tienen colores ni ideología, son sucesos de la historia contemporánea. No hay complots ni confabulaciones, se presentan las consecuencias de las decisiones asumidas y las acciones emprendidas. No hay más. Enfrentaremos una recesión profunda y aguda, y no citaré las fuentes de los estudios para evitar descalificaciones. Recesión global producto de la pandemia y la guerra comercial entre los dos gigantes mundiales (Estados Unidos y China). Pero las decisiones asumidas por este gobierno tendrán un papel preponderante en contenerla o agudizarla. La realidad se encargará, indefectiblemente, de comprobarlo.
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