Los boletines de prensa del terror

Héctor de Mauleón

El 22 de abril de 2018 autoridades policiacas del Estado de México localizaron en el municipio de Zumpango el cuerpo de un hombre descuartizado. A su lado había un mensaje escrito con mayúsculas: “VENIMOS POR TODAS LAS AUTORIDADES DEJEN DE PROTEGER MUGROSOS O LES VA A PASAR LO MISMO. ATTE: LA BARREDORA”.

Durante los meses siguientes —junio, julio, septiembre— narcomantas que indicaban la presencia de La Barredora, cuyo bastión se encuentra en el puerto de Acapulco, fueron halladas en diversos puntos del Edomex: Toluca de Lerdo y Xonacatlán, entre otros municipios.

Dichas narcomantas anunciaban una “limpia” de secuestradores y extorsionadores, y lanzaban amenazas contra integrantes del grupo que domina las actividades criminales en la mayor parte de la entidad: La Familia Michoacana.

Simultáneamente, en otros municipios, aparecieron mantas presuntamente firmadas por el Cártel Jalisco Nueva Generación, CJNG.

Un año después, el 23 de octubre de 2019, ese cartel amenazó a una regidora de Morena: “QUE PASO MI REGIDORA LE VOY A DAR HASTA LAS 10 DE LA NOCHE PARA QUE MARQUE Y SE ALINIE CON MI GENTE DE LO CONTRARIO VA A SER LA PROXIMA REGIDORA MUERTA… VARIOS DEL GABINETE YA SE ALINIARON”.

El 25 de octubre una nueva narcomanta anunció que “El comandante Pikón” había llegado “a limpiar a toda la rata”. A principios de noviembre fueron abandonados dos cuerpos en Valle de Bravo, con la siguiente advertencia: “Esto le va a pasar a todos los colombianos y extorsionadores para que respeten a mi gente…”. Firmaba: La Familia Michoacana.

El 4 de noviembre se detectó una narcomanta en Sultepec. El día 9, encima del cadáver de un sujeto abandonado en Tonatico, un narcomensaje firmado por el “Comandante Fierro” advertía lo que “le va a pasar a los violadores”, y exigía al gobierno no intervenir, pues “andamos haciendo su gale (sic)”.

Hubo narcomantas en Toluca el 10, el 11 y el 12 de noviembre.

El 13 apareció otra en Nezahualcóyotl: “Aquí no hagan ruido, la plaza tiene dueño” (firmaba La Familia Michoacana). El 19, la policía recogió otras en Texcaltitlán, Zinancantepec y Sultepec: anunciaban la cacería de “Los Fierros”, así como de Christian Pérez Jaimes, El Jabón, y de otros tres sujetos apodados El Verde, El 47 y El 24: integrantes de la estructura operativa de La Familia Michoacana.

2020 arrancó con narcomantas en Valle de Chalco, Ecatepec, Calimaya, Nextlalpan y Tenancingo.

Para febrero habían llegado a Texcoco bajo la firma del “Grupo Operativo Talibanes” y de “la gente de Don Chito Cano”.

El pasado 27 de febrero, Los Talibanes le informaron al grupo de “Sinhué, Águila 1 o Pelón”: “Tienen 24 horas para que se alineen con nosotros toda su pinche gente o aténganse a las consecuencias”.

Ese mismo día, el CJNG anunciaba su presencia en Ixtapan, Tonatico, Coatepec y Zacualpan: “Ya sabemos dónde se esconden”, le advertían al grupo del “Comandante Fierro”.

Estos mensajes, hallados en su mayor parte al lado de cuerpos sin vida, delinean la nueva cartografía criminal del Estado de México: los cruzan nombres de jefes de plaza, así como apodos de halcones y sicarios: las claves operativas de una nueva generación delincuencial que hoy se halla en pugna por el tráfico, la venta de droga, el secuestro, la extorsión y el robo de vehículos en el estado.

En ese mapa, según reportes de inteligencia del gobierno estatal, aparecen células del CJNG que obedecen órdenes de Alejandro Carranza Ramírez, conocido como Chito Cano. Aparecen también Los Talibanes, que es un grupo formado por antiguos Zetas, y aparece uno de los nuevos líderes de la Familia Michoacana: Silverio Martínez Hernández y/o José Luis Rodríguez Gama, El Comandante Fierro: un sujeto de apenas 30 años, con dos órdenes de aprehensión, cuyo cuartel general se localiza en Coatepec.

Aparece también El Comandante Pikón, identificado como Alan Roa Castro Solórzano, nacido apenas en 1995, y al que se ubica como líder de célula en Naucalpan.

Existen reportes que indican que integrantes de la Familia Michoacana se desplazaron a Guerrero para librar una guerra por el control de las minas y el tráfico de drogas. En ese lapso, otras organizaciones han penetrado los municipios mexiquenses, hundiéndolos en uno de sus instantes más negros de zozobra e inseguridad.

A ese instante lo baña la luz negra de las narcomantas, con las que la delincuencia organizada intercambia mensajes —y envía a la sociedad los boletines de prensa del terror.

@hdemauleon
demauleon@hotmail.com

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