Desde hace tiempo –al menos de unos tres años para acá-, habrán visto que en ciertos tianguis se venden (sin receta) medicamentos como la amoxicilina, el agin, losartan, sedalmerk, desenfriolito, clonazepam…
Su precio: más barato que en las farmacias. Distintos laboratorios hicieron una investigación de mercado y compraron algunos de ellos para revisarlos.
Las cajas de las medicinas eran idénticas a los de sus productos y en algunos casos apenas era perceptible el color del papel que cubrían los “sólidos”, las pastillas.
Les hicieron las pruebas de laboratorio y se dieron cuenta que algunos de ellos eran falsificados: polvo, placebos.
Dieron la alerta a la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris). Nada hicieron. Y siguen sin hacerlo. Este fenómeno de medicamentos piratas, según refieren conocedores del tema, lo detectaron inicialmente en Guanajuato. Luego, en Michoacán. Y ahora, en Jalisco.
El “andar” de esos medicamentos falsificados inicia por las farmacias de pueblo y poco a poco van ingresando a zonas más pobladas e importantes. En Jalisco, por ejemplo, se han detectado ya en Tlaquepaque y en la mismísima capital, Guadalajara.
Mencionar el riesgo que conllevan estas falsificaciones es obvio, pero subrayémoslo: ponen en riesgo la salud de la gente. No sólo es aquello de “esta pastilla ya no me hace…”, o “esta medicina ya no me funciona”, sino que ni siquiera saben lo que están tomando, ni cuentan con la certeza del manejo (condiciones, temperatura) que han tenido.
Bien podrían terminar tomando veneno y ni cuentan se dan. Eso sí que es grave. Mucho más –y no se trata de minimizar las cosas- que algunas de las razones que han esgrimido los nuevos funcionarios de la Cofepris para poner sellos en algunas empresas.
De hecho, los propios farmacéuticos piden ver el tema con seriedad, quitar prejuicios, hacer un diagnóstico de lo que acontece en los distintos laboratorios, revisar su historia, y a partir de ahí actuar. Pero no es todo.
De los distintos avatares por los que está transitando hoy en día la industria farmacéutica en nuestro país –además de enfrentar a la 4T y el cierre de algunas de sus líneas y laboratorios-, está también el robo de medicinas.
Y sí, también van a dar a los tianguis o al mercado negro para ser vendidos.
Reportes de robos a transportes de medicamentos se han dado por distintos rumbos del país. Y hasta en la propia Ciudad de México han vandalizado bodegas, como las de los laboratorios Victory de Tijuana, Baja California.
Pero volviendo al tema de la falsificación de medicamentos, urge que las autoridades se lancen con todo e investigar a fondo lo que está ocurriendo. Descubrir quiénes están metidos y enfrentarlos. Porque eso sí que es grave y urgente de resolver.
GEMAS: “La Fundación (de Cáncer de mama) se ve obligada a frenar la gratuidad, ya que se carecen de insumos y medicamentos para este tipo de atención”.
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