Oportunidad perdida

aeropuerto

Autor: Javier Risco

El avión ni se rifará ni se venderá. Hasta el momento la única certeza que tenemos es que aparecerá fotografiado en un cachito de la Lotería Nacional porque así lo quiso el Presidente, pero hoy, 11 de febrero, su futuro es estar estacionado. Ayer, el Presidente recibió de manos del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, un cheque por dos mil millones de pesos que serán utilizados para pagar los premios económicos del “sorteo del avión presidencial”. Así lo dijo el Ejecutivo: “(los 2 mil mdp) servirán para pagar los premios del avión presidencial; y lo que obtengamos de la venta de los cachitos, de los boletos de la lotería nos va a alcanzar sin ningún problema para destinar dos mil 500 millones de pesos a la compra de equipos médicos”.

Así que el sorteo mayor organizado por la Lotería Nacional, cuyos ganadores conoceremos la noche del 15 de septiembre, nada tiene que ver con ningún avión, ese día se repartirán dos mil millones de pesos entre 100 mexicanos de un dinero obtenido por la Fiscalía General de la República, ¿dinero de dónde? Lo único que sabemos es que ese par de miles de millones de pesos viene de la recuperación de bienes de la nación, como resultado de una denuncia interpuesta por la Consejería Jurídica de la Presidencia. Así lo explicó Gertz Manero: “Hemos trabajado mucho y anoche estábamos terminando diligencias, estamos entregando a esta institución un cheque por 2 mil millones de pesos, es un solo caso, un caso que se inició gracias a una denuncia del Ejecutivo”.

Dicho esto, la venta de seis millones de cachitos de lotería a 500 pesos, a partir del 1 de marzo de este año, servirá para comprar equipo médico para hospitales –serán 2 mil 500 millones de pesos destinados a esto– y para pagar los impuestos de los cachitos de los ganadores y dar mantenimiento al avión por los próximos dos años –los 500 millones de pesos restantes. Las cifras no cuadran por ningún lado, vender boletos de lotería no es gratis, se requiere un gasto de operación de 130 millones de pesos aproximadamente, y la esperanza ciega de vender seis millones de cachitos a 500 pesos es una tarea titánica; sin embargo, la confianza está en el pueblo bueno y eso no se le puede criticar al Ejecutivo.

Hace varias semanas escribí en este mismo espacio del avión como símbolo, hoy podemos descartar definitivamente que pueda ser usado por el gobierno para cualquier tarea, aunque sea la más noble del mundo, como transportar estudiantes o deportistas a citas en algunos otros países; también se descarta por completo que un mexicano lo tenga en su cochera, y, por último, que vayamos a pagar por él. En realidad, seguirá estacionado, seguirá siendo un problema y aunque el Presidente ha dicho que hay una oferta de renta en pie, parece que está destinado a ser la chatarra más cara de la historia de este país.

No hay lección aprendida, sólo la improvisación de un Presidente que navega día a día con las ocurrencias de alguien que no tiene un contrapeso, una voz que, en momentos como la rifa del avión, le haga ver que es un callejón sin salida. La improvisación lo único que ha hecho es quitarle fuerza a un símbolo que se había convertido en una bandera de campaña hace un par de años; el Presidente no pudo resolver una pregunta simple: ¿cómo convertir en un símbolo de la cuarta transformación un palacio aéreo que representó lo peor de la clase política nacional? Su respuesta fue reducirlo a un cachito, una oportunidad perdida.

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