Dice el comunicado conjunto sobre la reunión Trump- López Obrador, distribuido por la secretaría de Economía, que el T-MEC es el instrumento idóneo para proporcionar certeza económica y mayor confianza a nuestros países, lo que será fundamental para la recuperación que ya ha comenzado en ambas naciones. ¡Pues habrá comenzado en Estados Unidos! Exclama el respetable, porque en México la mayoría de los analistas, incluyendo a los bisoños, observa un severo deterioro en la actividad económica y no ve para cuándo pueda empezar a recuperarse.
El T-MEC reafirma nuestro entendimiento compartido de que América del Norte es una región que crea prosperidad para todos sus ciudadanos, agrega el mencionado comunicado. También es un acuerdo que fortalece nuestra cooperación en la lucha contra la corrupción a través de las más firmes disciplinas contra la corrupción en el comercio internacional de cualquier acuerdo internacional. “Una nueva era que beneficiará a los trabajadores, agricultores, ingenieros y empresarios de ambos países, que son la columna vertebral de nuestras economías integradas” se vislumbra, afirma la secretaría de Economía.
Bueno, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera parece no compartir el optimismo desbordante que se expresa en el susodicho comunicado conjunto, ni tampoco la visión de la secretaría de Economía. El miércoles declaró que los efectos del COVID-19 se van a prolongar uno o dos años, y la recuperación va a ser mucho más lenta, dice la nota de El Heraldo de México de ayer. Según el funcionario, “necesitamos tener una fuerza impulsora porque esto va a durar uno o dos años más; no es sólo proveer el apoyo a la economía ahora, sino en el siguiente par de años”. El problema es que por lo menos hasta ahora, no se ven los apoyos del gobierno, y tal vez dentro de dos años “estemos muertos”, ya sea por el Coronavirus o por la grave situación económica. Y en cuanto a que el T-MEC “creará prosperidad para todos sus ciudadanos”, es medio falso, pues los pobres seguirán siendo pobres toda su vida, y los desiguales cada vez más desiguales, apuntan los catastrofistas.
