Levantar la cuarentena de forma prematura nos pone en el riesgo de una doble debacle: por un lado, un rebrote que llevaría a una nueva oleada de contagios y fallecimientos que podrían evitarse; y por otro, un escenario de crisis económica aún más profunda ante la necesidad de volver al confinamiento para contener el segundo pico de la pandemia.
La única vía segura para el retorno es hacerlo con base en evidencias: garantizar la realización masiva de pruebas, tanto para conocer si nos encontramos en un momento de alta transmisión, como para prevenir posibles rebrotes. Y no solo a pacientes graves, sino a todos aquellos que pudiesen estar en riesgo. Por ejemplo, para el caso de Estados Unidos se prevé que para septiembre se realicen alrededor de 40 a 50 millones de pruebas al mes.
En México, estamos muy lejos de tener certeza sobre la fase de la pandemia en la que nos encontramos. Aunque las autoridades digan que hemos “domado la curva”, la tendencia sigue a la alza. Está también el problema del subregistro de casos y decesos, y algo más grave: la vergonzosa cantidad de pruebas que estamos realizando, por más que se ha insistido una y otra vez en la importancia de este tema.
Ni siquiera en los denominados “municipios de la esperanza” se tiene claridad sobre la situación. En casi 70% de ellos, no se tienen registros de contagios por el simple hecho de que no se ha hecho una sola prueba, y otros más, están mal clasificados, ya que sí han existido casos de COVID–19. Ante esta incertidumbre, la inmensa mayoría de ellos no retomó actividades el día lunes, por decisión propia o de los gobiernos estatales.
Como ya se ha mencionado, la economía sufrirá una debacle más profunda como consecuencia de un retorno precipitado. Retomo lo señalado hace unos días por el Nobel en Economía Paul Krugman: para avanzar en la recuperación económica, necesitamos tener a la pandemia bajo control; reabrir de forma prematura y arriesgarse a una segunda ola de contagios, llevaría a que la economía tenga que estar cerrada por más tiempo, convirtiendo una crisis en una depresión económica mayor.
Reiniciar actividades en las fechas planteadas por el gobierno es un salto al vacío. Es un falso dilema el que se ha construido en torno a salvar vidas o salvar la economía. En realidad, ambas misiones son una misma y requieren actuar con prudencia y precisión.