¿Recuerdas a las esculturas de changos y jirafas en los que jugabas durante horas cuando eras niño? Estos animales de concreto son parte de la historia de la CDMX y aquí te contamos cómo llegaron a nuestros parques.
Escenarios de juegos y fantasías
La historia de los animales de concreto se remonta a los años setenta, cuando el Instituto Nacional de Protección a la Infancia y el Departamento del Distrito Federal pidieron al escultor Alberto Pérez Soria diseñar un mobiliario urbano para los parques públicos de la ciudad. El artista creó entonces figuras que mezclan un poco de fantasía con esos animales que les encantan a los niños y les dio la posibilidad de treparse sobre un mono, escalar una jirafa, dominar a un furioso león y cabalgar sobre una tortuga. Así, los niños de los setenta y los ochenta convirtieron el cemento en grandes historias y en tardes de juegos inolvidables.
Sin embargo, la historia del escultor encargado de dar vida a esta nueva fauna urbana resulta ser tan desgarradora como el final que tuvieron muchas de sus creaciones. Según El Heraldo de México, los hijos de Pérez Soria relatan que, por no prestarse a prácticas de corrupción con las que se planeaba incrementar el costo de sus obras, se utilizaron sus figuras, pero el artista no obtuvo el reconocimiento por su trabajo durante mucho tiempo: “al taller llegó media tonelada de plastilina, medio cheque y nunca más lo volvieron a contactar”.
“Pérez Soria diseñó un hipopótamo, jirafa, tortuga, oso, gorila, rinoceronte, elefante, cisne, foca, dos peces y un niño jugando, pero se quedó esperando a sus contratistas, hasta que un día ‘comienzan a aparecer los animales en todos los parques en una versión distinta: les cambian las formas, no son tan estilizados, las líneas son más agrestes, más filosas e incluyen otros animales, pero el concepto es el mismo’. De carácter más bien indulgente, el escultor decide dejar las cosas por la paz (…) siempre decía: ‘Los diseñé, están ahí, qué bueno que los niños están disfrutando’”.
Los cambian por plástico
A partir de la década de los noventa, los escenarios de estas aventuras empezaron a transfigurarse para dejar de lado la creación de un artista y convertirse en áreas de juegos al más puro estilo estadounidense. Bajo el argumento de resguardar la seguridad de los niños, los nuevos escenarios se construyeron primero con juegos de metal y ahora se han homologado los de plástico, todos muy parecidos al área de juegos de un McDonald’s.
No obstante, los mas pequeños aún pueden disfrutar de estas simpáticas figuras de animales y los adultos aún podemos revivir las mejores épocas de nuestra infancia en lugares como el Jardín Toriello, ubicado al sur de la ciudad, en la alcaldía de Tlalpan; al norte de la capital, en el Bosque de Aragón y en el parque María del Carmen en la Gustavo A. Madero; en el Jardín Alexander Pushkin, de la colonia Roma, en la Cuauhtémoc, o incluso en la pintoresca Unidad Independencia, de la Magdalena Contreras.
Cuéntanos en qué otros parques aún se conservan y revivamos juntos esos años de la infancia. ¡Excelente fin de semana!
Con información de El Heraldo de México, Tlalpan Historia y Local.mx