David Huerta fue hijo de uno de los poetas y periodistas más importantes de México, Efraín Huerta, y, gracias a su talento, logró abrirse paso en el escenario de la poesía mexicana al lado de grandes figuras como Octavio Paz.
El pasado 3 de octubre murió a los 72 años, el poeta y profesor universitario David Huerta, quien publicó su primer poemario en 1972, titulado El jardín de la luz. Además, es recordado por ser el autor de obras emblemáticas de la poesía mexicana contemporánea, como Incurable (1987), Historia (1990), ganadora del Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer; y Versión (2005), por la que recibió el Premio Xavier Villaurrutia. También ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2015 y el Premio Excelencia en Letras José Emilio Pacheco en el 2018, entre muchos otros reconocimientos.
“Hace más de 40 años, cuando Julieta Campos dirigió el Pen Club Mexicano (que en nuestro país no hacía nada hasta que ella llegó), organizó una serie de conferencias en torno a la presentación de dos poetas que leerían frente al público: un poeta reconocido y un principiante. El laureado Octavio Paz escogió leer al lado de David Huerta. En voz muy alta y con palabras claras y contundentes, Paz explicó que no había escogido a David por ser hijo de su amigo Efraín Huerta, sino por mérito propio”.
“David Huerta, el poeta que todos amamos”, Elena Poniatowska
Entre los cargos que ocupó en el escenario de la cultura y la literatura del país, fue director del Periódico de Poesía, editor y redactor de la Enciclopedia de México, miembro del consejo editorial de la revista Letras Libres, titular de la Cátedra Extraordinaria Octavio Paz y director de la Biblioteca del Estudiante Universitario.
Además de las multipremiadas Incurable, Historia y Versión David Huerta superó las 20 obras publicadas y, en 2013, el Fondo de Cultura Económica (FCE) publicó la compilación de su obra poética bajo el título La mancha en el espejo. Poesía 1972-2012. En las últimas décadas, publicó el poema “Ayotzinapa” (2014), el cual escribió a petición del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, y que fue traducido a 23 idiomas.
Entre sus grandes obras se encuentran los libros: La música de lo que pasa (1997); Calcinaciones y vestigios (2000); ; Homenaje a la línea recta (2001); Los cuadernos de la mierda (2001); Hacia la superficie (2002); El azul en la flama (2002); La olla (2002); Tres formas: romance, octava real y verso libre (2003); Perro de Goya y otros poemas (2005); La calle blanca (2006); Canciones de la vida común (2009); Curso délfico (Instituto Nacional de Bellas Artes, 2012); Before Saying any of the Great Words (2009), y Los grandes almacenes (Barcelona, 2013).
“La desaparición de David Huerta es un golpe artero que nos atañe a todos y atenta contra lo que podríamos llamar la comunidad intelectual mexicana. Su muerte afecta a los jóvenes universitarios y a quienes admiramos su obra y su actitud en la vida”.
“David Huerta, el poeta que todos amamos”, Elena Poniatowska
Con información de la Gaceta UNAM, Infobae y La Jornada
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