El documental de Netflix “Nuestro padre” aborda la investigación contra Donald Cline por inseminar a cien mujeres con su esperma sin su consentimiento.
Netflix ha encontrado en la categoría de crímenes reales un nicho para exponer los casos más inverosímiles y escalofriantes que cimbraron a sociedades de diversas partes del mundo. Uno de estos casos, es el del ginecólogo Donald Cline, quien en los años 70 y 80 inseminó, sin su consentimiento, al menos a un centenar de mujeres de Indiana, Estados Unidos.
El boom de clínicas de fertilidad en esa época permitió a Cline cometer estos crímenes libremente ya que gozaba de un gran prestigio por el número de casos exitosos en sus tratamientos. Por lo que, una vez confirmado el embarazo, las víctimas dieron a luz bebés con su ADN.
Además de relatar el modus operandi de Cline, el documental visibiliza la historia de las y los hijos nacidos de esta criminal práctica, quienes se preguntan constantemente con cuántas personas más comparten el mismo padre, ya que, si bien se sabe de 94 casos, el número realmente es indeterminado e incluso temen haber tenido alguna relación sentimental con quien podría ser otro hermano o hermana.
“Casi todos vivimos en un radio de 40 kilómetros de la casa del doctor Cline y los unos de los otros. […] Camino por la calle y pienso que puedo estar emparentada con cualquiera”.
Jacoba Ballard
Jacoba Ballard fue la primera que descubrió este lamentable entramado. Al no encontrar similitudes entre sus rasgos físicos y los de su familia, sus padres le confesaron que fue procreada por medio de inseminación artificial.
El afán por descubrir al hombre con el que compartía ADN, le llevó a hacerse una prueba en 2014 que no arrojó la identidad del donante, pero sí que había tenido otros siete hijos.
“Éramos ocho, ¿qué estaba pasando? Porque a mi madre le dijeron que nunca usaban al donante más de tres veces”.
Jacoba Ballard
Las pesquisas derivaron en un juicio en donde las víctimas lo acusaron de agresión sexual; sin embargo, el tribunal solo lo sentenció por obstrucción a la justicia.
Aunque este caso suena totalmente descabellado y que solo harían personas con severos problemas mentales, la realidad es que acciones similares se encuentran en diferentes partes del mundo en una proporción mayor a lo que se esperaría.
En los mismos Estados Unidos, Martin Greenberg un ginecólogo de Nueva Jersey fue enjuiciado tras la denuncia de Bianca Voss, mujer a la que le realizó un tratamiento de inseminación artificial en el que supuestamente se utilizó semen de un donante anónimo, pero que resultó ser el propio material genético del médico.
Jos Beek, médico de los Países Bajos y fallecido en 2019, utilizó su propio esperma para inseminar a al menos 21 mujeres entre 1973 y 1986 sin el consentimiento de ninguna de las pacientes, quienes pensaban que el esperma era de donantes anónimos.
Con información de elDiario.es,
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