Las habitantes de zonas marginadas cuentan con menos protección social y carecen de un sistema de cuidados que las apoye.
Pobreza aumenta desigualdad de género
La Encuesta de Movilidad Social en México (ESRU-EMOVI), revela que las habitantes de zonas marginadas cuentan con menos protección social y carece un sistema de cuidados que contribuya a aligerar la carga de trabajo doméstico que enfrentan.
Esta circunstancia implica que las mujeres en situación de pobreza tienen menos oportunidades de mejorar su calidad de vida y revertir las condiciones de violencia porque su nivel social empeora la desigualdad de género que padecen.
En el caso de la CDMX, las alcaldías de mayor rezago son Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Tlalpan.
El “Informe de Pobreza y Evaluación 2020. Ciudad de México”, del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), indica que, de 658 mil 543 habitantes de la demarcación, el 36 % no pueden satisfacer todas sus necesidades básicas, aunque usen todo su ingreso. Por su parte, el 1.7%, 32 mil 741 personas, está en pobreza extrema y no puede adquirir una canasta básica, aunque haga uso de todos sus recursos.
Movilidad social limita opciones
La situación de pobreza se relaciona con una falta de movilidad social de las mujeres, por lo que sus habitantes son más propensas a no tener mejores opciones de vida, dice Roberto Vélez Grajales, director ejecutivo del CEEY.
“La desigualdad de las mujeres en la capital no es la misma que padecen las mujeres del sur del país. Sin embargo, el número de mujeres que no consigue moverse de su lugar de origen a uno mejor ni mejorar sus condiciones es en proporción mucho mayor al de hombres que sí logra un mejor ingreso en el centro del país. Lo que nos habla que la desigualdad entre hombres y mujeres persiste”.
Esto se relaciona directamente con la problemática de género en donde los hombres tienen mejores oportunidades que las mujeres en el campo laboral, aunque tengan las mismas capacidades.
“Este es un fenómeno llamado techo de cristal, donde las mujeres ven que los hombres están en puestos directivos con mejores sueldos, en consejos de administración, pero ellas, a pesar de tener las mismas capacidades, no pueden llegar a estos espacios”.
Roberto Vélez, afirma que se necesita mejorar la política pública a favor de la mujer para que tengan más opciones de movilidad social, ya que datos de la ESRU-EMOVI informan que el 63% de las mujeres que contaron con apoyo del estado como un centro de cuidado infantil o un programa social pudieron mejorar su posición económica.
Dicho porcentaje supera por 31 puntos a la cantidad de mujeres que pudo mejorar su vida pese a que careció de ayuda social.
Al respecto, se impulsa la creación del Sistema Nacional de Cuidados para que este mecanismo contribuya a que las mujeres se desenvuelvan económicamente, avancen hacia una posición alta en la escala y no solo algunos puestos.
“Los beneficios potenciales de un Sistema Nacional de Cuidados son muy claros, al crear oportunidades de movilidad social, tanto para las personas que requieren cuidados como para sus cuidadoras, amplía las oportunidades de elección para las mujeres cuidadoras al reducir la sobrecarga de trabajo no remunerado, al promover la autonomía, el empoderamiento y las posibilidades de las mujeres de vivir libres de violencia”.
Autonomía económica es fundamental
Organismos internacionales sostienen que una mujer independiente en materia económica, es una mujer menos vulnerable a la violencia de género.
Para las mujeres mexicanas, entre los obstáculos a los que se enfrentan están diversas barreras para integrarse al mercado laboral, el exceso de carga de labores no remuneradas en el hogar, condiciones de precariedad laboral y la brecha salarial que persiste en el país.
En 2020 el ingreso promedio trimestral de las mujeres fue de 14 mil 860 pesos, que es 34.3 % menor al ingreso promedio de los hombres, que ascendió a 22 mil 618, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares en 2020 (ENIGH).
El IMCO, reportaba que hasta 2019 las mujeres dedicaban 50.4 horas a trabajos no remunerados en contraste a los hombres que destinan 19.6 horas a la semana; en tanto que para el mercado laboral ellos dedicaban 47.7 horas y ellas 37.9.
De sumarse 8.2 millones de mujeres al mercado laboral para 2030, pronostica el IMCO, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país sería 15 veces mayor del registrado en 2020. Con la participación de las mujeres, la economía mexicana tendría 3.5 billones de pesos adicionales si la tasa de participación de las mujeres fuera similar al promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), del orden de 56%.
Con información de Reporte Índigo,